La vida de Francisco antes de convertirse en el feminicida de Ingrid

Juan Galindo, Pue.- Francisco N nació en una familia reconocida y respetada en la junta auxiliar de Necaxa, en el municipio de Juan Galindo, donde fue “un muchacho bueno para la escuela y deportista”, trabajador de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, antes de convertirse en el presunto feminicida de Ingrid.

Hijo de un querido y respetado profesor que llegó a ser presidente auxiliar del pueblo de Necaxa, conocido popularmente como Canaditas.

Conocido también como un buen deportista, Francisco jugaba de adolecente en un equipo de béisbol que promovía su padre.

Sus conocidos lo recuerdan como bueno para las matemáticas y un alumno de excelencia en el bachillerato Albert Einstein hasta convertirse en ingeniero civil.

Francisco N se convirtió en empleado de Luz y Fuerza del Centro, pero tras el decreto presidencial de extinción de la compañía, quedó a la deriva laboral y tuvo que aprovechar una oportunidad de liquidación.

Durante la madrugada del domingo 9 de febrero, Erick Francisco discutió con Ingrid, con quien vivía en la Ciudad de México, la apuñaló con un cuchillo de cocina, le quitó las vísceras y la desolló desde la cara hasta las rodillas, en un intento de desaparecer el cuerpo.

Tras cometer el crimen, el hombre le marcó a su ex esposa, a quien le confesó que había asesinado a su actual pareja.

La mujer dio parte a la policía y los oficiales se presentaron en la calle Tamagno, en la alcaldía Gustavo A. Madero, donde vecinos del lugar les informaron que horas antes habían escuchado una discusión, sin que nadie solicitara auxilio.

Según el primer testimonio de Erick Francisco, filtrado en un video en redes sociales, se encontraba drogado al momento de asesinar a Ingrid y, cuando reaccionó y entendió que la había matado, intentó desaparecer el cuerpo, cortando trozos de piel que echó al drenaje.

Hoy, la familia de Francisco enfrenta consecuencias de las virtuales acciones de su hijo. Comentarios que los señalan y hasta han reducido su asistencia a lugares concurridos, “tal vez para evitar preguntas o murmuraciones de cerca”, comentan algunos lugareños.

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