Los niños ahora saben “sacarle el jugo”, literal y metafóricamente hablando, a distintas plantas y legumbres de las que obtuvieron diversas
Huauchinango, Pue.- Hojas de acelga, epazote morado, betabel, muitle, palmilla, bugambilias, carbón, arcilla, barro de varios colores y hasta col morada, sirvieron de materia prima para que al menos dos decenas de niños indígenas de Cuacuila, en Huauchinango, elaboraran tinturas en el Taller de Pintura Natural y Vegetal impartido por el profesor Luciano Hernández Chávez y por Tito Romero Ávila.
Orgullosos y risueños frente a sus álbumes y trabajos los pequeños explican lo aprendido en estas vacaciones en la modesta presidencia de esta polícroma comunidad de artesanas bordadoras de conejos, palomas, santos y vírgenes, de hacedoras de tamales de verde, rojo, de frijol, de puño y huevo adentro, que al mismo tiempo es la población del municipio con el mayor número de migrantes a los Estados Unidos.
Los niños ahora saben “sacarle el jugo”, literal y metafóricamente hablando, a distintas plantas y legumbres de las que obtuvieron diversas tonalidades para dar color a las hadas, héroes de algunos comics y hasta fragmentos del Códice de Cuaxicala que expusieron la mañana de este jueves ante sus padres y los directivos de Culturas Populares del estado y el municipio que organizaron, gestionaron, promovieron y coordinaron el taller.
Aprendieron además que el uso de plantas y minerales tintóreos data de la época prehispánica, aunque no hay muchos vestigios al respecto en nuestro país debido a que no se usaban como fijadores los pegamentos, cementos y cales que si aplicaron en el curso, sino una especie de “aceite” que extraían del bulbo de las orquídeas o de insectos como el axin.
Tanto el profesor Luciano como Tito Romero Ávila, promotor cultural ad honorem desde hace varias décadas, expresaron su alegría y contento por los resultados del curso que ellos mismos tomaron hace más de 20 años y que vinieron a reproducir entre más de 20 menores que toman clases en náhuatl y español en el preescolar, la primaria y la secundaria local.
“Usamos raíces, flores, cáscaras, cuatro o cinco variedades de barro. La vegetación que los niños y los jóvenes encuentran afuera de sus casas fueron útiles para elaborar las pinturas”, señalan los talleristas en este programa que duró más de cinco semanas y que con puro entusiasmo fue apoyado por el presidente auxiliar Rodolfo Lechuga Ahuacatitla.
El ejercicio piloto, que tiene además el objetivo de recuperar los espacios públicos para la convivencia comunitaria y lograr la transformación social a través de las expresiones artísticas, forma parte del programa “México cultura para la armonía”, a cargo de la Dirección de Culturas Populares del estado y del Conaculta.
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