Se oponen a impuesto al refresco porque satanizaría el uso del azúcar, profundizando la caída en los precios.
Atencingo, Pue.- El azúcar podría ir más a la baja debido a que la industria refresquera deja de usar este endulzante por el tema de la obesidad que impera en el país, mencionó Miguel Ángel Sosa, presidente de la CNPR del ingenio de Atencingo.
Lee Crisis cañera afecta a 80 mil personas en la Mixteca poblanaEl líder cañero mencionó que en una pasada reunión con Carlos Blackaller Ayala, presidente de la Unión Nacional de Cañeros A.C. pidió que no se satanice el producto como causante de la obesidad, ya que son diversos factores los que interfieren en este problema y no sólo el azúcar.
La caída en la cotización del precio del azúcar es de un 40 por ciento menos, en comparación con la zafra anterior, lo que equivale a 15 mil millones de pesos que dejarán de circular en los 227 municipios donde se desarrolla la agroindustria mexicana de la caña de azúcar, explico Miguel Sosa.
Indicó que esta caída de los precios de caña y también del maíz, provocará que la tensión social, política y económica en el medio rural se encuentre en su máximo apogeo para el segundo semestre de 2013, ya que la cotización de estos productos ha venido a la baja, lo que se verá reflejado en un estancamiento en la dinámica económica de ese sector de la población.
Respecto al impuesto que se planteó asignar a los refrescos, el presidente de la UNC dejó en claro que se rechaza categóricamente pues: “se trata de un impuesto desinformado, un impuesto que golpearía al sector, satanizando el producto; no lo vemos como algo racional”.
Explicó que si los refresqueros reducen sus ventas, como consecuencia del impuesto, en un 25 por ciento, se verían reducidos los consumos de azúcar proporcionalmente a esa cantidad, poniendo más tensión a la cotización del endulzante y de la caña.
Un impuesto a los refrescos afectaría a los trabajadores de toda la cadena productiva, 3.5 millones de trabajadores verían afectados sus ingresos y ventas totales como detallistas. Con esto se mermaría la productividad, inversiones y el crecimiento de la cadena productiva.
Consideró que sería un impuesto a los pobres, ya que afectaría 14 veces más al ingreso real de los hogares más pobres, en comparación con los hogares de mayores ingresos; caería la demanda doméstica del azúcar, con lo que se agudizaría la crisis de los cañeros e ingenios; representaría una política fiscal inequitativa y desproporcionada, pues los refrescos son los únicos alimentos o bebidas que ya cuentan con un gravamen del IVA del 16 por ciento, aumentándolo cerca del 40 por ciento.
Asimismo, afirmó que la medida no solucionaría el problema de la obesidad, ya que no existen estudios internacionales que sustenten que un impuesto a los refrescos baje el índice de masa corporal de la población.
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