Actualmente dirige un equipo en Inglaterra que elaboró una vacuna contra el virus zika.
Desde que se dio a conocer que el investigador Arturo Reyes Sandoval y su equipo desarrollaban una vacuna contra el virus zika, ha recibido infinidad de peticiones de entrevistas. Igual le llaman de un diario de circulación nacional que de la XEFJ, la radio de Teziutlán, la ciudad que lo vio crecer.
Lee Un tehuacanense gana el segundo lugar del World Press PhotoA inicios de esta semana se publicó que dos poblanos, Arturo Reyes Sandoval y César López Camacho, desarrollaban en el Instituto Jenner, perteneciente a la Universidad de Oxford, una vacuna contra el zika.
Ese lugar es uno de los líderes a nivel mundial en el desarrollo de vacunas novedosas para enfermedades como el VIH, el paludismo, el dengue, la malaria y la hepatitis, explica Reyes Sandoval a través de una entrevista por videoconferencia desde Inglaterra.
Su fama se debe a que es posible desarrollarlas desde su diseño hasta la fase final, es decir, cuando se prueba en humanos, destaca.
Fue a finales del año pasado que comenzó con el diseño de la sustancia. Desde entonces ha producido 10 opciones distintas, “para saber cuál es la que despierta la mejor respuesta inmune”.
Inicialmente, admite, la intención era la búsqueda de una vacuna contra el dengue, pero luego se interesó en desarrollar una opción contra el chikungunya y finalmente para el zika.
Actualmente su investigación “tiene casi seguro un fondo otorgado por el Consejo Médico de Investigación del Reino Unido”. Y es que solamente la primera etapa de la vacuna cuesta alrededor de un millón de libras, algo así como 25 millones de pesos mexicanos.
Hay gente muy preparada en México para hacer investigación, la limitante son los recursos, acepta en alguna parte de la conversación.
De acuerdo con su protocolo, en el 2017 seguirá la fase de pruebas en seres humanos y entonces se podrá saber si el resultado es positivo.
La vida en Puebla
Arturo Reyes creció en Teziutlán pero tuvo que trasladarse a Puebla para estudiar la preparatoria. Al terminarla se cambió a la Ciudad de México para ingresar al Instituto Politécnico Nacional (IPN).
“Desde temprana edad tenía interés en convertirme en científico”, acepta. En el IPN descubrió una carrera: Químico Bacteriólogo Parasitólogo, la misma que sus padres.
Yo quería ser “un investigador que pudiera dejar un impacto en alguna área del conocimiento”, recuerda.
A lo largo de su carrera ha pasado por el IPN, pero también por el Instituto Wistar de la Universidad de Pennsylvania, para finalmente llegar a la Universidad de Oxford, hace casi 12 años. Hoy ya dirige su propio equipo de investigación.
En sus inicios tuvo problemas para encontrar una beca del Conacyt, “por no saber a quién acudir”, acepta.
En todo ese tiempo Puebla estuvo presente. Fue aquí donde vino a dar clases de 1997 a 1999 mientras buscaba la forma de hacer un postgrado en el extranjero.
Y también en algún momento hizo su tesis con el apoyo de los dueños de los Laboratorios Ruiz. “Fue un estudio de leucemia y como pacientes con diferentes tipos de cáncer en la sangre algunos responden mejor que otros”.
En aquellos años nació su vinculación con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y la amistad con otro investigador que lo acompañaría en su búsqueda de la vacuna contra el zika: César López Camacho.
Por eso no duda en afirmar que la UNAM, la BUAP y el IPN tienen la infraestructura necesaria para crear científicos.
Vinculación con la BUAP
Con la BUAP mantiene contactos estrechos. El desarrollo de sus vacunas así lo requieren. Y es que en Inglaterra no hay enfermedades como el dengue, el chikungunya o el zika.
La institución poblana dona las muestras de los virus para determinar si las vacunas tienen efecto en ellos. “Eso le da más certidumbre a la vacuna para ser considerada con más seriedad”, señala.
Arturo Reyes Sandoval también dirige tesis de investigación en la máxima casa de estudios del estado.
En algún momento de la charla, Arturo Reyes destaca que en el país hay buenos investigadores. Por eso, desde Oxford, alentó un programa para recibir hasta 4 investigadores jóvenes cada año, sin importar de qué parte de la República Mexicana sean.
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