El 19-S fue recordado por muchos, pero para otros pasó desapercibido sin conocimiento ni de los simulacros
Atlixco, Pue. “¿Estoy soñando, verdad?... ¿estoy soñando, verdad?”, repetía con la cara ensangrentada la pequeña niña de nueve años mientras era cargada en brazos por Jesús Martínez, empleado del departamento de Imagen Urbana del Ayuntamiento, quien dejando a sus hijos a la suerte la conducía a las instalaciones de la Cruz Roja, ubicadas un par de cuadras más adelante de la escuela primaria Centro Obrero, de donde la sacó de los escombros.
Lee Hombre alcohólico muere en calles de AtlixcoRepite la frase y pierde la mirada sentado en una de las sillas del prácticamente nuevo salón de Cabildo del Palacio Municipal. Fue invitado para recibir un reconocimiento por esa “acción heroica”.
Ya pasó casi un año y el momento en el cual salvó la vida de esa niña aparece, cada vez menos, pero recurrentemente en sus sueños.
Jesús es uno de los invitados a esa ceremonia en donde nuevamente brotaron las lágrimas por el par de ex trabajadoras fallecidas dentro del ex Convento El Carmen.
Aplausos... silencio. Aplausos. Los padres de Diana Canseco, la primera mujer nombrada en esta ciudad directora de Obra Pública y Desarrollo Urbano, bajaron la cabeza y se tomaron de la mano.
Por igual, empleados del panteón, bomberos, albañiles y algunos representantes de la sociedad civil pasaron al frente para ser galardonados.
La tarea, dijo José Luis Galeazzi, el alcalde de Atlixco, en su momento alcanzó términos de hazaña: “retirar, por ejemplo, mil 450 metros cúbicos de escombro de los edificios derrumbados... consolar a las familias de quienes perdieron la vida y especialmente coordinar los esfuerzos para dar paso a la logística”.
A pesar de eso, reconoció, la responsabilidad de poner de pie a este municipio lleva un ritmo lento, pero en ciertos aspectos hubo “avances”.
Después el simulacro, aunque pasó de largo para la mayoría de quienes transitaban, trabajan o compran en el centro de Atlixco. El sonido oficial de la alarma sísmica sí movió a varias personas, pero de miedo porque no estaban enterados del evento y salieron corriendo del lugar donde estaban.
Los bomberos y protección civil local coordinaron el acto protocolario al cual casi nadie hizo caso. Salvo un par de mujeres quienes esperaron pacientemente el final de ese simulacro para ir a la calle 3 norte, el área de mayor destrucción, y abrazarse en memoria de Carolina Ladrón de Guevara de 60 años de edad quien ya no pudo salir de un mini- supermercado colapsado sin remedio aquel martes... casi a la misma hora en que rezaban por ella tras dejar en el piso un pequeño ramo de girasoles.
dp
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