Científicos y médicos cuestionaban la limitada capacidad de planeación de las autoridades sanitarias, su falta de liderazgo y el ninguneo a las indispensables pruebas
Frente a la responsabilidad de no dar pasos en falso, hoy la competencia entre los gobernantes es por los ventiladores, las pruebas, el conteo creíble de los daños y los hospitales, convertidos en espacios de salvación.
Lee Liberan hospital de Cholula para atender a pacientes con Covid-19Por eso, el presidente Andrés Manuel López Obrador toma el desafío al anunciar la compra a China de cinco mil respiradores mecánicos para enfrentar la emergencia.
Quienes trabajan con el mandatario saben que él difícilmente acepta un “no se puede”, actitud que explica decisiones que, en su momento, se consideraban inviables: cancelar el NAIM, apostarle a la resurrección de Pemex, sustituir de un plumazo el Seguro Popular por el Insabi o construir Dos Bocas, Santa Lucía y el Tren Maya.
Es el estilo personal de gobernar que el propio Presidente de la República suscribe con la frase “Me canso, ganso”, la más festejada en sus mítines, una arenga que ahora deberá aplicar ante la pandemia.
Porque la firmeza de López Obrador será crucial en las horas por venir no sólo para convencer a los chinos de que nos vendan los codiciados aparatos, sino para hacer respirable el clima social del México polarizado.
¿Lo hará? Ésa es la duda, ahora que las peleas desde el poder deberían centrarse en salvar vidas y garantizar el mejor regreso posible a la normalidad.
Ya el Presidente ejerció su indiscutible liderazgo para llamar al orden a los voraces empresarios que pretenden deshacerse de sus empleados con un injusto despido.
Se trata de un exhorto clave para preservar la estabilidad laboral de millones y que esperamos vaya extendiéndose en contra de los abusos en la venta de productos básicos y en los servicios médicos privados.
Pero también, en estas horas de necesaria serenidad, López Obrador abrió fuego en contra de una de las voces más críticas de la iniciativa privada, Gustavo de Hoyos, al frente de la Coparmex, descalificando sus reclamos porque son, dijo, pretensiones electorales afines al PAN.
Es la rijosidad presidencial que busca alinear a sus aliados en contra de quienes cuestionen al gobierno. Pero también es una forma de evadir la realidad. Porque, más allá de las ambiciones partidistas de De Hoyos, sus señalamientos son compartidos por otros empresarios que lamentan la falta de certezas jurídicas e institucionales para la inversión. Son quejas que podrían profundizar la parálisis económica.
Por supuesto que la polarización funciona como un instrumento para la gobernabilidad, permitiéndole a López Obrador impulsar el realineamiento de actores que considera contrarios, sea en la Suprema Corte, en los organismos autónomos, en el cobro de impuestos, en los negocios energéticos y en la persecución selectiva de la corrupción.
Y siempre con el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, Santiago Nieto, como operador y relator del combate estructural del saqueo que las élites hacían con el beneplácito de los gobiernos anteriores y a cargo del erario, según la narrativa presidencial.
¿Es viable, necesario, fructífero, seguir en la polarización entre el pueblo bueno y los conservadores ante una pandemia que obliga a los gobiernos del planeta a formular respuestas integrales?
Quizá valga la pena pelear como Donald Trump lo hace para que la General Motors construya los respiradores que Estados Unidos necesita.
Pero aquí la polarización en tiempos del COVID-19 se traduce en un absurdo debilitamiento del Estado, torpedeando la suma de esfuerzos e iniciativas.
Ha sido de caricatura escuchar a los voceros gubernamentales molestarse porque el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, aplicó su propio plan de contención, cuando el fondo del asunto era la falta de una directriz federal, como lo confirmó el hecho de que la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, se adelantara también a las acciones del gobierno federal.
Destacados científicos y médicos cuestionaban anoche la limitada capacidad de planeación de las autoridades sanitarias, su falta de liderazgo y el ninguneo a las indispensables pruebas. ¿Tendrán una respuesta del secretario Jorge Alcocer y del subsecretario Hugo López-Gatell o se sumarán al torpedeo de la inteligencia del Estado mexicano?
Decenas de ingenieros y tecnólogos respondían entusiastas ayer a la iniciativa de la senadora Xóchitl Gálvez para construir ventiladores. ¿Tendrá el jefe de la mayoría morenista en esa Cámara, Ricardo Monreal, la audacia generosa de apoyar el diseño urgente de una norma oficial para que se construyan?
No se trata de que el Presidente nos haga un llamado a la unidad nacional. Pero sí necesitamos que los Miguel Barbosa se callen.
¿O es que el daño del discurso polarizante es irreversible?
Columna Retrovisor de Ivonne Melgar/Excelsior
Fotografía archivoe
clh
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