El sacerdote de 97 años de edad entró al seminario Palafoxiano cuando iniciaba la Guerra Cristera
Izúcar de Matamoros, Pue.- Luego de que la arquidiócesis poblana confirmara la muerte del sacerdote Álvaro Ramírez Hernández, a consecuencia de coronavirus, habitantes de Chietla están de luto, toda vez que este párroco fue muy querido en la zona y dejó un gran trabajo entre los habitantes de este lugar.
Lee No respetan sana distancia en entrega de fertilizantes en IzúcarÁlvaro Ramírez Hernández murió a la edad de 97 años, fue ordenado sacerdote el 6 de octubre de 1946, hijo de Ricardo Ramírez Vázquez y Rosa Hernández Vázquez, nació en la Trinidad, Tenexyecac, Tlaxcala el 19 de febrero de 1922 e ingresó al seminario Palafoxiano a los 14 años, cuando iniciaba la Guerra Cristera.
Fue párroco en Chietla entre los años 1975 y 1985, en donde dejó una gran huella. Hizo muchas amistades y compadres en este lugar.
Ramírez Hernández impulsó la misa de 8 los días domingos, dirigida a niños e impulsó el futbolito entre los pequeños, de ahí que muchas personas que ahora ya son adultos lo recuerden con cariño.
Ramírez Hernández fue compositor del canto “yo tengo una madre” en 1950 cuando estuvo como vicario en Apizaco, Tlaxcala, esto al ser gran devoto de Nuestra Señora de la Misericordia.
Cabe resaltar que este sacerdote era uno de los más longevos, murió siendo canónigo penitencial de la catedral y rector del templo de Santa Catalina.
Para los habitantes de Chietla fue un padre ejemplo que a diferencia de muchos de ahora solo usan la sotana para hacer dinero y no fieles católicos.
Ciudadanos mencionaron que la muerte de este sacerdote ha dejado un gran vacío entre la comunidad católica de Chietla por la huella permanente en cientos de habitantes de esta zona.
Fotografía Especial
clh
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