Hoy parte de Marcos vive en Juan, pero también en su esposa Adriana Sarmiento y sus tres hijos
Puebla, Pue.- Juan Marcos Tepoxtecatl Rosas, un verdadero superhéroe poblano, le salvó la vida a su hermano menor Juan al haberle donado un riñón hace 10 años que fue compatible y ahora tiene calidad de vida. Sin embargo, la pandemia del Covid-19 le arrebató la vida a sus 43 años.
Lee Puebla es el quinto estado con más muertes a causa del COVID19La familia Tepoxtecatl Rosas vivió en carne propia un calvario por la pandemia del coronavirus que ha sido mortal en Puebla, México y el mundo, luego de que al menos cuatro de sus integrantes se contagiaron de este virus durante el mes de mayo y dos de ellos estuvieron internados por el padecimiento.
Sus seres queridos narraron a Municipios Puebla la historia de un joven poblano que fue un gran ser humano, un buen hijo, un buen esposo, buen padre y un excelente compañero de trabajo.
Lo recuerdan como un hombre que siempre dio todo con amor, incluído un riñón a su hermano Juan hace 10 años. Le salvó la vida y hoy parte de Marcos vive en Juan, pero también en su esposa Adriana Sarmiento y sus tres hijos: Lizbeth, Misael y Ángeles.
Su esposa Adriana Sarmiento, nos relató con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada que ella junto con su esposo vivieron una pesadilla durante esta pandemia, pues denunció que por una negligencia médica por parte del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dejaron morir a su amado esposo, con quien compartió más de 25 años de su vida.
Aseguró que durante los tres días que Marcos Tepoxtecatl estuvo internado en el IMSS luchó como un guerrero y decía que regresaría a su casa para ver a sus hijos, pero los médicos jamás lo intubaron, ni siquiera tuvieron la intención de salvarle la vida, ya que el día 29 de mayo ingresó al Hospital de La Margarita, se quedó internado en el área de urgencias, no obstante, ahí solo le suministraron medicamentos básicos, nunca lo conectaron a un ventilador mecánico y no lo subieron a piso, además de que al estar saturado tomaron la decisión de trasladarlo en una ambulancia al nosocomio de Metepec, pero ahí tampoco le dieron la atención necesaria.
“En estos momentos aún no creo que se haya ido, Es una enfermedad muy dolorosa porque se murió y no me pude despedir de él, no lo pude abrazar y decirle que lo amaba, ni decirle cuánto lo quería y me quedé con mis tres hijos. En ese momento cuando mi esposo falleció no lo creí y hasta el momento no lo creo porque siento que va regresar y pues mis hijos están iguales porque sienten que su papá no se ha ido porque él era muy positivo, muy noble, decía que iba regresar e iba estar bien, él nunca se venció, es como una pesadilla, a veces me siento culpable por no haber hecho más por él y siento remordimiento”, expresó.
Adriana Sarmiento, comentó que su esposo solo estuvo dos días en Metepec y el lunes 2 de junio lo trasladaron nuevamente al IMSS de La Margarita, con la justificación de que le iban hacer unos estudios para ver la saturación de su respiración, por lo que ella se trasladó a Metepec, Atlixco en la madrugada para ver como lo trasladaban, no la dejaron que lo acompañara en la ambulancia, pero sí vio cómo lo subieron, no obstante, durante el traslado jamás le pusieron oxígeno.
Al llegar a las 2:00 de la madrugada del martes 2 de junio, al IMSS de La Margarita, comentó que vio como lo ingresaron al área de urgencias y fue la última vez que vio a su esposo, pero a las 4:00 am los médicos le informaron que su Marcos ya había fallecido de un paro respiratorio y que pasara solo a reconocer el cuerpo, pues nunca le permitieron que se acercara porque había fallecido de Covid-19.
Adriana comentó que el coronavirus es una enfermedad “muy dolorosa” y que a nadie se lo desea porque desde que ingresó al IMSS no la dejaron acercarse a él, ni poderlo cuidar, mucho menos cuando falleció, no pudo darle un último abrazo y un beso de despedida, ni decirle cuando lo amaba, además de que los médicos siempre fueron “insensibles” ante la muerte de su esposo, pues le dijeron que solo pasara a reconocer el cuerpo y le dieron dos opciones de enterrarlo por sus propios medios en un lapso de 45 minutos saliendo del hospital o de incinerarlo en la dependencia.
“Estuvo en el IMSS de Metepec solo un día, el domingo a las seis y media de la tarde me marcaron que lo iban a trasladar a la Margarita, llegamos allá y no nos dieron explicación, se lo trajeron sin ningún familiar en el traslado a La Margarita, y sin oxígeno, dejó de respirar. Lo ingresaron al área de urgencias y nunca le dieron una cama, lo tenían sentado en una silla, pero desde la entrada vi que se empezó a sentir mal, pasaban los médicos y no le hacía caso, él me dijo que quería que lo dieran de alta, pero tenía un presentimiento que si me lo llevaba a la casa podía fallecer. Fue hasta las dos de la mañana que le dieron cama, pero a las cuatro de la mañana falleció y me avisaron que ya había perdido la vida”, dijo.
Señaló que, ante esta noticia, tomó la decisión de contratar los servicios funerarios y de inhumarlo en el panteón de Cuautlancingo, Puebla de donde era originario su esposo, pero cuando le entregaron el cuerpo solo vio que lo guardaron en una bolsa, lo metieron a la caja, lo envolvieron esta con muchos plásticos y lo trasladaron de manera inmediata al mediodía del martes 2 de junio, pero jamás pudo abrazarlo, ni acercarse a la caja.
La viuda confió en Dios en que algún día se volverá a reunir con su esposo Marco en el cielo porque fue un buen esposo, el gran amor de su vida, fue un buen padre, pero jamás nadie, ni nada llenará ese vacío por la muerte de su marido. Sin embargo, comentó que ella ora todos los días a Dios para que pronto llegue el consuelo y que la satisfacción más grande que le dejó su esposo fueron sus tres hijos, quienes dos de ellos ya estudian la universidad.
Agregó que hoy ella y sus tres hijos sienten un vacío por la muerte de Juan Marcos y agradeció todo el respaldo que le dieron sus cuñados y su suegro durante esta pérdida irreparable, además de que aseguró seguirá trabajando imparablemente en una tienda que tenía junto su esposo para que sus tres hijos terminen su carrera.
Subrayó que el día que terminen sus carreras profesionales sus tres hijos, su padre estará orgulloso de ver sus títulos desde el cielo de Lizbeth de 22, Misael 21 y Ángeles de 18 años, quienes estudian Administración de Empresas, Medicina y la más chica apenas va a entrar a la universidad, además de que van a seguir unidos y no se darán por vencidos.
Dona con amor
“Siempre le ha tenido un cariño especial a Juan y le quiso donar un riñón a su hermano, lo quería demasiado sin ningún complejo se lo donó con mucho cariño y amor, Juan no quería porque Marcos podría padecer del riñón, pero le donó uno de sus órganos con amor de hermano, es una bendición de Dios que su hermano lo aceptó y así sucedió todo esto”, recordó.
Reiteró que el coronavirus es una enfermedad “muy fea” que mucha gente no cree porque en Amalucan en donde ellos viven actualmente la ciudadanía sale todos los días a la calle sin ninguna protección, por ello, exhortó a la población a tomar conciencia de lo contagiosa que es esta enfermedad y que de no tomar medidas los puede llevar hasta la muerte.
Imagen de Fernando Castillo
ES/CLH
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