Así que el Presidente le juega a dos pistas: les da la orden a las fuerzas armadas y al mismo tiempo les da con el dedo en la boca
Cuando era más joven, es decir, hace 35 o 40 años, un maestro me explicó lo que era militar en un partido político. Me dijo: se trata de comprometerte con un ideario y una manera de pensar que le dará sentido a tu vida pública y privada. Una manera de ver el mundo, que te dará orden y luchas que librar frente a otros que también militan en otros partidos y que definen, lo que cada quien piensa y lo que cada quien defiende. Militar, proviene de la milicia, de disciplina y entrega a lo que uno piensa y lo que uno quiere defender, lo que cada quién quiere como aspiración, realidad deseable y búsqueda.
Lee Ejército Mexicano podría administrar tramos del Tren Maya y aeropuertosExistiendo tantos temas relevantes en la agenda nacional, sobre todo lo que tiene que ver con la pandemia y su pésimo manejo, al punto que la Organización Mundial de la Salud declaró que México nunca logró una disminución de los contagios, sino que su curva ha sido siempre ascendente y 5 veces mayor, en contagios y muertes, en recientes semanas; o, la equivoca Ley que quería obligar al Banco de México a comprar dólares en efectivo, se nos pasó de noche el anuncio del Presidente, sobre el hecho de que quería que tres tramos del Tren Maya fueran construidos y administrados por el Ejercito y la Marina. Con el propósito, declara el Presidente, de fortalecer las pensiones de los miembros de ambos cuerpos armados a través de una empresa que administrara la obra y luego la operación del tren en toda su extensión.
Chico y lamentable favor, le hace el Presidente, a las fuerzas armadas de mar y tierra. Dice el Presidente, que con la disciplina y eficacia del Ejercito, se crea una empresa cuyos beneficios serán destinados a las fuerzas armadas y, con ello, se limitan las posibles intenciones privatizadoras de esa línea ferroviaria y se garantizan mejores ingresos para las instituciones armadas en sus pensiones. Visto con cuidado en dos o tres sentidos, la orden, la intención y la decisión, son una imbecilidad.
Empecemos por el principio: en prácticamente todo el mundo, las empresas ferroviarias son deficitarias y requieren de subsidio. Sólo aquellas que se dedican, exclusivamente, al transporte de carga, mantienen números positivos. Trasladar a personas en casi todo el mundo convierte (por precios, gasto energético, aunque sea de energía eléctrica, y capacidad de pago para el público) en inviables a todas las más importantes.
Seguidamente, ¿por qué resulta importante para el Presidente entregar la obra y sus beneficios a las fuerzas armadas de mar y tierra? Pues porque nadie quiere entrar al proyecto. Ni la iniciativa privada nacional o extranjera, ni las cuentas nacionales (dicho desde la Secretaria de Hacienda) ninguna entidad conocida o reconocida le ven viabilidad económica o financiera a dicho proyecto.
Así que el Presidente le juega a dos pistas: les da la orden a las fuerzas armadas y al mismo tiempo les da con el dedo en la boca. Les ordena completar el proyecto y al mismo tiempo les da un dulce envenenado diciéndoles que los beneficios son para ellos. ¿Cuáles beneficios? ¿Con qué proyección financiera? Ahora resulta que los fondos de pensión del Ejército y la Marina, van a financiar su proyecto, con un destino absolutamente inviable y seguramente lamentable para sus finanzas.
Pero el Ejército y la Marina sólo acatan órdenes. Así que ni modo de ponérsele al brinco a su jefe máximo, imposible. Sólo apechugan y le aceptan los ignorantes cálculos económicos de su jefe y ya verán como se las arreglan con las cuentas en el futuro.
La perspectiva no puede ser peor. La máquina y los vagones con los que se inauguró la obra no dan buenas perspectivas. Maquina del siglo pasado. Ninguna consideración sobre si debía ser eléctrico o de diésel. Si abocado a la transportación de personas o de carga. Si debiera tener una vocación u otra. De dos vías o una sola. Una ocurrencia, como tantas otras, en fin.
Sin planeación, sentido, propósito u objetivo. Pero eso si, con el Ejército, la Marina y sus pensiones de por medio.
El asunto no es menor. En su infinita ignorancia y estulticia, el Presidente les entrega un problema que públicamente suena benéfico, pero que en el fondo es una papa caliente y podrida. Con ello, trata de cumplir un capricho y al mismo tiempo se lo entrega a quien no le puede decir que no.
Valiente necedad. Destruir en el mediano plazo a las dos únicas instituciones que tienen a fuerza de tiempo y tesón sus cuentas claras y su futuro medianamente resuelto. También el Presidente milita en contra de la milicia. Su necedad sobre entregar y militarizar la vida pública, con el argumento de su efectividad y compromiso, llega hasta el punto de destruirlas, en el mediano plazo, con sus decisiones.
AMLO, sin duda milita en un partido y en una realidad en la que es muy difícil militar. A la que me niego a Militar. Nada menos, pero nada más, tampoco.
Columna de Miguel González Compeán
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