Hasta en los miedos hay niveles. Mientras los niños le tienen temor a La Llorona, al Coco o al Señor del saco, de grandes le tienen pánico al desempleo, a las deudas
Hasta en los miedos hay niveles. Mientras los niños le tienen temor a La Llorona, al Coco o al Señor del saco, de grandes le tienen pánico al desempleo, a las deudas o a no regresar a su casa.
Lee Huele a persecuciónLos políticos, sin embargo, son de otra especie, a lo que ellos le temen es al espantoso expediente y lo que les produce las más terribles pesadillas es que caiga en manos equivocadas, es decir, en las de sus enemigos.
Todos los gobiernos han utilizado al expediente como su arma más efectiva para negociar, convencer, persuadir, conseguir lealtades, callar rijosos o darles un estate quieto a sus adversarios.
No hay gobierno que no haya caído en la tentación de utilizar a su favor, la información que tienen de sus contrincantes. Andrés Manuel López Obrador tampoco lo ha hecho. La única diferencia es que lo hace evidente, no tiene ningún empacho en demostrar que tiene a muchos de sus enemigos agarrados por las partes nobles.
Antes, la ominosa tarea de llamar a cuentas a los políticos caía en la Secretaría de Gobernación, hoy esa institución convertida en florero le ha pasado la estafeta a la Fiscalía General de la República (FGR), a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y al Sistema de Administración Tributaria (SAT). Dependiendo del sapo es la pedrada y el uso de la institución.
La justicia se aplica a modo, dependiendo de lo que se quiera obtener y a quien se quiera apretar. Alejandro Gertz Manero pasará a la historia como el que perdió la oportunidad de convertir a la FGR en una institución autónoma; en utilizar a la Fiscalía para saciar su sed de venganza contra sus enemigos personales; en ser un presunto plagiador de textos y en haberse aprovechado del cargo para obtener su ingreso al Sistema Nacional de Investigadores, entre otras linduras.
Santiago Nieto, titular de la UIF, se ha convertido en el bloqueador de cuentas más rápido del Oeste, en el “primero bloqueo, luego verigüo” y quien es el más dispuesto a cobrar venganza de lo que el gobierno de Enrique Peña Nieto le hizo profesional y personalmente.
Finalmente, Raquel Buenrostro, la mujer de hierro del SAT, es la: “voy derecho, no me quito” a la hora de obtener recursos. Es una nueva versión del “plata o plomo” para los empresarios, sólo que, en lugar de agarrar a balazos, ella dispara auditorías.
Hoy, el Presidente y sus ángeles del Apocalipsis traen a trapazo limpio a los priistas y funcionarios de la administración de Peña Nieto, quien no ha sido molestado todavía con el pétalo de una denuncia. La última andanada fue contra Idelfonso Guajardo, exsecretario de Economía, a quien se le acusa de enriquecimiento ilícito. Él, sin embargo, ya salió a decir que nanais, él sí se va a defender públicamente.
Por supuesto, el amable lector no debe imaginarse, ni siquiera pensar que este escándalo fue para tapar el video que se reveló de su hermano recibiendo un “préstamo” en efectivo de un viejo conocido de los hermanos López Obrador, David León.
Porque, eso sí, con el paso de los años y la evolución de la tecnología ha surgido una nueva amenaza para los políticos: la grabación en video o audio de sus patoaventuras, y eso puede o no tener repercusiones judiciales, pero sí reputacionales.
Cuando Morena perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, obligando a ese partido y al mandatario a tener que negociar para hacer reformas, el reflector se posó en el PRI, pues es el partido más vulnerable para “ser convencido”. Todo indica que, en efecto, a golpe de expediente los van a querer doblar. ¿Resistirán?
Columna de Vianey Esquinca
Foto: Archivom
cdch
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