El presidente López Obrador sorprendió este fin de semana con sendos anuncios en los estados que visitó: en Sinaloa, anunció que el priista Quirino Ordaz Coppel, mandatario estatal, sería propuesto como el próximo embajador de México en España. Al otro día, en Nayarit, dijo que el gobernador estatal, elegido por el PAN, pero muy lejano de este partido prácticamente desde el inicio de su mandato, Antonio Echevarría, al entregar la administración local, se integrará a su gabinete.
Lee Pagarás antes de que termine el año, 965 pesos por reemplacamientoSon dos gobernadores muy diferentes y con muy distinta evaluación. Quirino se va de Sinaloa, culminando una buena gestión, manchada por dos temas: todo lo acontecido en torno a la liberación de Ovidio Guzmán, el hijo de El Chapo, que generó el Culiacanazo (aunque en realidad el gobernador poco tuvo que ver con ello) y por la fuerte intervención de grupos criminales en el proceso electoral de junio pasado, donde la ingerencia estatal sí podría haber sido mucho mayor.
Quirino, que construyó una fuerte relación con López Obrador, perdió las elecciones con el morenista Rubén Rocha, en un proceso cuestionado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por el PRI, el PAN y el PRD por la presunta intromisión del crimen organizado. Ha sido designado en una de las posiciones diplomáticas más importantes para México el mundo: la embajada en Madrid, con la instrucción de reconstruir la relación con España. Más allá de su inexperiencia diplomática, Quirino tiene el perfil como para poder trabajar mucho con inversionistas españoles. El tema de La Conquista y los 500 años habrá que dejarlo aparte. Lo cierto es que no recuerdo un caso en que perdiendo, se ganara tanto.
El caso del gobernador Echevarría es muy diferente. Su gobierno en Nayarit fue francamente malo. Es verdad que heredó un estado en situación gravísima, con las acusaciones de corrupción en contra de su antecesor, Roberto Sandoval y del exfiscal, Edgar Veytia, detenido y condenado por narcotráfico en Estados Unidos. Pero el gobernador tuvo una pésima gestión de gobierno, la inseguridad en el estado creció, su interlocución política ha sido escasa y pobre. Sin embargo, hubo una larga serie de fuertes inversiones turísticas en la costa de Nayarit, que sin duda, detonarán la economía estatal, en la que fue decisivo el apoyo federal para mejorar en el futuro inmediato las comunicaciones con toda esa región del país. Los réditos de todo ello no se lo llevará Echevarría, sino el gobernador entrante Miguel Ángel Navarro, que ganó por amplísimo margen. No se ve qué méritos pudieran existir para que Echevarría llegue al gabinete, pero así lo que anunció el presidente López Obrador.
También en estos días asumieron tres gobernadores que tendrán escenarios distintos. David Monreal, el hermano del líder del Senado y exgobernador, Ricardo Monreal, asumió el gobierno de Zacatecas, la entidad que vive el mayor descontrol en seguridad, y en muchos otros ámbitos, de todo país. El gobierno de Alejandro Tello ha sido sencillamente desastroso. David fue recibido con por lo menos 14 asesinatos en apenas unas horas.
Pero la toma de protesta del nuevo gobernador estuvo enmarcada por un encuentro, más que amistoso, entre el canciller Marcelo Ebrard, recién llegado de la reunión del alto nivel en Washington; Ricardo Monreal; Mario Delgado, líder de Morena, y el líder de Morena en San Lázaro, Ignacio Mier. No es secreto para nadie que Marcelo y Ricardo han expresado su deseo de competir por la candidatura de Morena en 2024. También que representan, aunque esa división tiene muchas líneas transversales, el sector llamado moderado del oficialismo, incluso en su relación con otras fuerzas y expresiones políticas. Marcelo y Ricardo van por líneas separadas, pero que al final parecen ser convergentes.
En Sonora asumió el exsecretario de seguridad, Alfonso Durazo, un hombre con una larga carrera política con todos los saldos, positivos y negativos, que ello implica, pero que siempre, a lo largo de distintos cargos, administraciones y partidos, tuvo como su principal objetivo gobernar su estado. Lo logró luego de una elección competida y cuando Sonora sufre, sobre todo, graves problemas de seguridad, con una lucha abierta entre varios cárteles y una larga frontera con Estados Unidos que la hace una plaza apetecible para cualquier grupo criminal. Su antecesora, Claudia Pavlovich hizo una buena gestión y se va con un reconocimiento aceptable de la ciudadanía.
El desafío de Durazo, con toda su experiencia, pasará en gran medida, y así será medido, por el control de la seguridad en su estado, recordando que es el único miembro del gabinete presidencial que pudo competir en junio por un gobierno estatal.
La semana pasada, en Chihuahua, había asumido la panista Maru Campos, una mujer reconocida y capaz, que tuvo que ganar las elecciones luchando contra las intrigas y obstáculos, incluso legales, que le puso Javier Corral, que deja el estado con uno de los peores índices de aceptación del país. Corral con una larga historia de rencores, traiciones, mezquindades, dicen que se irá a otro partido, que deja el PAN, donde en realidad ya no estaba. Por lo pronto, Maru Campos, que recibe un estado desgarrado, tiene el espíritu y la voluntad de reconstruirlo y crecer.
Columna de Jorgue Fernández Menéndez
Excélsior
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