Mientras nos preparamos para unos extraños Grito de la Independencia y desfile militar conmemorativo, sin gente en el Zócalo capitalino, en medio de la vorágine informativa que nos envuelve, la detención y la prisión preventiva del empresario Alejandro del Valle ha pasado relativamente desapercibida.
Lee Puebla, entre los 11 estados con escuelas dañadas por sismo del 7SLa historia de Alejandro y su padre Carlos del Valle es extraña. Apenas en junio del año pasado le contábamos aquí que quien había comprado la casa que fue de Amado Carrillo Fuentes, El señor de los cielos, en la colonia Pedregal en la Ciudad de México, en una rara subasta realizada por el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (INDEP) habían sido los empresarios Alejandro y Carlos del Valle, en su momento muy cercanos al gobernador Arturo Montiel, como lo eran, hasta hace unos meses, al gobierno del presidente López Obrador. La oferta, realizada por un representante, fue la única que se presentó y poco después la venta fue cancelada, pero quedó la señal de que algo no estaba bien.
Los Del Valle, Carlos y Alejandro, habían aparecido en el escenario político y empresarial, sobre todo en su cercanía con la nueva administración, un poco intempestivamente. Estaban en Texas y se presentaban como inversionistas y promotores de inversión, aunque no se conocían, en ese estado americano, actividades empresariales serias de sus empresas.
Aparecieron como socios de otro financiero, también repentinamente cercanísimo al gobierno y a la operación del Banco del Bienestar, Carlos Cabal Peniche, banquero paradigmático del periodo salinista, procesado y preso por fraude financiero durante el gobierno de Zedillo y convertido durante los dos primeros años de la administración en operador preferencial del Banco del Bienestar, para quien compraron, junto con Del Valle, más de dos mil cajeros automáticos por adjudicación directa, además de construir centros integrales y otras obras relacionadas todas, casualmente, con quien fuera el muy poderoso coordinador de los programas sociales y de los superdelegados, Gabriel García Hernández.
Pero aquella información del Banco de Bienestar no cayó en saco roto. La divulgación de esos nexos fue decisiva para que hubiera un “enroque republicano”, como por alguna razón lo llamó el presidente López Obrador, y para que el director del Banco del Bienestar, Rabindranath Salazar se fuera a la subsecretaría de Gobernación, mientras que la subsecretaria Diana Álvarez Maury terminara como directora del Banco del Bienestar. El subsecretario morelense es un operador electoral también cercano a García Hernández. Álvarez Maury, una profesional respetada, comenzó a reordenar las cosas en el banco y en ese camino canceló buena parte de los contratos que se habían firmado con los Del Valle y Cabal.
Pero en ese lapso todavía hubo tiempo para avanzar en otras dos muy controvertidas operaciones. Una fue la de la compra de Interjet, a la familia Alemán (una operación desastrosa que terminó también costándole la orden de aprehensión a Miguel Alemán Magnani) y de la mano con ello la compra de la parte de la familia Alemán en Radiópolis. Todo eso se realizó, como se dice, con saliva, sin recursos, con opciones de préstamos y sin posibilidad de poder concretar las compras.
Hoy, tanto Del Valle como Cabal están procesados, García Hernández tuvo que regresar al Senado después de que fuera virtualmente despedido por el presidente López Obrador. Y todo esto aparece relacionado con otro caso: la orden de aprehensión presentada contra Víctor Álvarez Puga, y la investigación que se realiza contra quien fue durante años su jefe, hasta que Víctor se independizara, Sergio Castro, los dos acusados de establecer infinidad de empresas de facturación falsa. Según la Secretaría de Hacienda, sólo el año pasado se facturaron 179 mil millones de pesos por estos sistemas y eso es parte de un muy activo proceso, enorme y con infinidad de actores participantes, de lavado de dinero. Uno de esos procesos es el que terminó provocando cambios profundos, por ejemplo, en otro caso muy publicitado, en la cooperativa Cruz Azul, incluyendo la caída y el proceso en contra de Billy Álvarez y todo su equipo.
La trama que está detrás de todo esto parece ser infinita, se remonta a sexenios atrás, pero también es parte del actual. Ojalá se pueda desentrañar y hacer justicia, asumiendo en que estos casos la denuncia es mucho más fácil de hacer que los hechos de comprobar.
LÓPEZ GATELL Y PAQUITA
El subsecretario López-Gatell, ayer, después de su muy criticada argumentación de que cada vacuna que fuera “desviada” a un menor se le quitaba a un adulto en riesgo, aceptó que siempre sí, que un millón de niños recibirán la vacuna anticovid. Lo mismo había dicho hace meses. Pero después, cuando el presidente López Obrador criticó a los padres que pedían amparos para sus hijos para que fueran vacunados, López-Gatell cambió de opinión y dijo aquello de que los menores no necesitan vacunarse. Ahora, nuevamente, se olvidó de lo que dijo hace unos días y aseguró que sí se vacunará un millón de niños, no dijo ni cómo ni cuándo. Tres veces te engañé canta Paquita la del Barrio.
Columna de Jorge Fernández Menéndez
Excélsior
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