En la Fiscalía General de la República las cosas parecen ir peor.
En un país azotado por la violencia, con enormes territorios bajo el ataque de diferentes organizaciones del crimen organizado que quieren gobernarlos, sin una sola sentencia que importe, relacionada con los múltiples actos de corrupción de sexenios pasados, hoy qué escuchamos de la Fiscalía General de la República.
Lee AMLO y el deseo de liderar América LatinaDos asuntos en primera línea: el embate de las autoridades de justicia contra la familia del hermano del hoy fiscal, asunto que la Fiscalía de Ciudad de México había desechado antes de que llegara Alejandro Gertz a la Fiscalía General.
Y ahora la Fiscalía contra un grupo de científicos entre los que se cuentan quienes han criticado el nombramiento del mismo fiscal Gertz como miembro del Sistema Nacional de Investigadores, asunto que se le había negado y ahora, con este gobierno, se le ha concedido a pesar de denuncias de plagios y falta de requisitos.
La Fiscalía se ha vuelto un asunto personal. Un asunto desde donde el fiscal resuelve sus asuntos, porque son los que a él le parecen injustos y está arreglándolos.
Ya otros compañeros en éstas y otras páginas, y seguramente nos faltan bastantes más, han hablado de los detalles de cada uno de esos casos.
Hay que hablar de Gertz y de la actuación que está haciendo, y seguramente seguirá haciendo, respecto al futuro de la justicia en su larga estancia en la primera fiscalía que se suponía autónoma y diferente después de la PGR.
Nada nuevo se dice cuando se recuerda que la procuración de justicia en México, la federal y en la mayoría de los estados, ha sido un desastre. Su ineficiencia, corrupción, politización y desprecio por los derechos constitucionales y humanos habían creado un país de impunidad, inseguridad, delitos y violencia.
El nuevo sistema de justicia penal, el cambio a fiscalías autónomas o menos dependientes del Ejecutivo en turno y otros cambios estructurales y legales en su operación alentaron la esperanza de que algo empezaría a cambiar.
Ya en esa transición en los estados nos habíamos dado cuenta de que los viejos vicios no eran fáciles de corregir.
Pero ahora en la Fiscalía General de la República las cosas parecen ir peor. De la politización de la justicia hemos aumentado la personalización. Siempre se puede estar peor.
Columna de Carlos Puig en Milenio
Foto: Punto por Punto
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