Debe protegerse el empleo de 30 mil personas que trabajan en Banamex y evitar que, como en tiempos de Carlos Salinas, otro banco caiga en manos de aventureros, que en los noventa todo lo arruinaron
¿Cómo entender la venta de Banamex?
Lee Calamidad: adiós Aeroméxico y el AICM; vienen AeroBienestar y el AIFAEso se pregunta Luis Miguel González en El Economista. Antes de responder, el periodista propone “pensar fuera de la caja”, es decir, “ir más allá del comunicado oficial”.
El tal comunicado Citigroup afirma que se trata de una simple estrategia global de negocio. En efecto, Citigroup “ha ido vendiendo sus operaciones de banca de consumo en otros países del mundo”. Ha ocurrido así, recuerda Luis Miguel González, desde 2014: ya salió de Costa Rica, Perú, Guatemala y Panamá y de varios países de Asia.
Citigroup, pues, pretende concentrarse en lo que es más rentable para esta empresa y en lo que es más eficiente: la banca corporativa y de mayoreo.
Pero, como comenta el director de El Economista, México “parecía ser otra cosa” para Citigroup.
Y es que, fuera de Estados Unidos, no hay un país donde Citigroup tenga una presencia tan importante: 1,278 sucursales; 31,406 empleados; 9,000 cajeros automáticos, utilidades anuales promedio superiores a los 2 mil millones de dólares…
¿Por qué abandonar una plaza que genera tantas utilidades? Aquí empieza la especulación. Veamos las cosas desde el punto de vista de Luis Miguel González:
Perdió liderazgo. Citibanamex gana mucho todavía como operador de banca comercial, “pero ha ido perdiendo terreno en el mercado mexicano y también en el portafolio global de negocios de Citi”. Citigroup en 2001 compró un banco líder en México, Banamex —pagó 12,500 millones de dólares—, pero veinte años después, sin haber dejado de ser una empresa enorme, compite con Santander por la tercera posición en el mercado: son más grandes BBVA y Banorte. ¿Citi se retira por la ideología de la 4T? “Esta es una de las preguntas que parecen más jugosas cuando de especular se trata”. Difícil encontrar una respuesta, ya que aquí sólo hay piezas sueltas del rompecabezas. Quizá afectó la decisión del gobierno de poner tope a las comisiones de las Afores. Quizá hay temor a nuevas leyes que regulen todavía más a la banca y, por ejemplo, topen las tasas de interés.
La verdad de las cosas: es una decisión de negocio, solo eso, pero...
Aunque el comunicado oficial de Citi deje “espacios en blanco”, como afirma el periodista de El Economista, la verdad está ahí: ha sido solo una decisión de negocios.
Creo que Citigroup no ve futuro en la banca comercial en México, no para el grupo estadounidense. No lo hace bien, por eso ha perdido liderazgo en nuestra nación. Antes de ceder todavía más terreno —sobre todo por las Fintech—, mejor retirarse. Las famosas Fintech están modificando la esencia del negocio, y contra esta guerrilla financiera a un gigante como Citi le resulta complicado pelear.
De ahí que Citigroup busque concentrarse en lo que sí sabe hacer y le resulta más rentable: atender a los granes clientes empresariales: “Citi seguirá en México operando la casa de bolsa y la banca corporativa y patrimonial. Allí está alrededor de 30% de su negocio en México. Vale cientos de millones de dólares por año”, cito de nuevo al director de El Economista.
La enorme banca comercial de Citigroup alguien la comprará y la operará mejor, sobre todo con más agilidad frente a las Fintech.
Hay en ello dos grandes oportunidades para México: nacionalizar, vía inversionistas del sector privado, una parte fundamental de la banca mexicana que había caído en manos extranjeras, y recibir el gobierno, vía impuestos, una importante cantidad de recursos por una operación que en cualquier caso es enorme. Pero... depende de cómo se operen las cosas.
¿Qué le toca al gobierno para que la venta de Citibanamex sea una buena noticia para México y no el inicio de otra crisis?
Para empezar, asegurarse de que no sufrirán las más de 30 mil personas que trabajan en Citibanamex. Resulta fundamental proteger tales empleos cualquiera que sea el desarrollo de las cosas. Garantizar a millones de clientes que no hay peligro de que pierdan por la venta de tan importante banca comercial. Asegurarse de que el nuevo propietario de Citibanamex sea un grupo empresarial, nacional o extranjero, de reconocido solvencia económica y moral; es decir, alguien que no vaya a dejar tirado el negocio ante las primeras dificultades. Ha ocurrido antes. Como bien sugiere Luis Miguel González, el presidente Andrés Manuel López Obrador debe recordar la experiencia de la privatización de la banca cuando Carlos Salinas puso el sistema “en manos de aventureros” que todo lo arruinaron. El secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, deberá buscar la asesoría de una diputada de Morena, Patricia Armendariz, que vivió en primera fila, en el sexenio de Ernesto Zedillo, el caos bancario. Ella tiene experiencia y podrá aportar bastante. También, la 4T deberá recurrir a la asesoría de dos personas en las que confía Andrés Manuel y que conocen la materia: los empresarios Alfonso Romo y Carlos Salazar; estos, con Armendariz, podrán analizar a los interesados en quedarse con el viejo Banamex y darles o no la bendición. Y es que si bien Citigroup tiene el derecho de vender su banca comercial a quien se le antoje, el gobierno mexicano tiene la obligación de no permitir una tontería que deje a una de las empresas más importantes de nuestro país en las manos equivocadas. Ha ocurrido antes, con los bancos, sí, pero también con aerolíneas. La economía de mercado tiene límites, y estos los fija la sociedad, representada por sus autoridades. Guste o no, así debe ser.
Columna de Federico Arreola en SDP Noticias
Foto SDP
clh
Visitas: 833