Internacionalistas y analistas políticos deben dejar de lado los comentarios sensacionalistas pues poco abona al debate de las ideas y a la solución de los conflictos
Al momento de la redacción de estas líneas, continúa la ofensiva rusa contra Kiev y algunos puntos claves de defensa de Ucrania. En palabras del presidente Valdimir Putin, el objetivo de la operación es proteger a los ucranianos rusófonos que habitan en las regiones orientales del país.
Lee La nueva apuesta de AirbusA raíz de la intervención múltiples analistas y comentaristas se han aventurado a realizar especulaciones y comparaciones históricas que bien vale la pena poner en contexto. Recojo las palabras del escritor Alejandro Rosas, quien en EF Meet Point, acompañado de Francisco Martin Moreno, estimó que Putin podría seguir los pasos de Adolfo Hitler en 1938. “Putin puede seguir los pasos de Hitler sin respuesta de la OTAN”, especuló Rosas, según fue luego reproducido por El Financiero.
El historiador mexicano hizo alusión a la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi en 1938. Enseguida, comentó que el dictador alemán se había aprovechado del pretexto de la defensa de los austriacos para alcanzar la anhelada unión entre ambos pueblos germánicos. En este punto, sí que conviene refutar el argumento de Rosas.
En primer lugar, las reivindicaciones ucranianas se limitan a la parte oriental del país. En otras palabras, Ucrania no es rusófila en su totalidad ni se identifica con Rusia. Por el contrario, un enorme número de ucranianos rechazan vehementemente su pasado soviético y cualquier elemento político y cultural que les ligue al gigante eslavo, y más aun, a la Rusia autoritaria de Vladimir Putin. En adición, hablan el ucraniano como lengua materna, abrazan las democracias occidentales y propugnan la adhesión de Ucrania a la Unión Europea.
La Austria de 1938, por el contrario, miraba con admiración a la Alemania de Hitler; una Alemania en vías de industrialización, orgullosa de sus raíces germánicas y que invitaba a los austriacos a formar parte de un imperio que duraría mil años.
Por tanto, el argumento de Rosas carece de fundamento pues realiza comparaciones entre personajes históricos de distintos tiempos. Sin embargo, en el empeño de ver a un pequeño Hitler en la persona de Putin, sí que podríamos mirar hacia la anexión de los Sudetes, pues el dictador alemán, tras haber domeñado a los gobiernos francés y británico, invadió impunemente aquella región, y, luego, el resto de Checoslovaquia. Ello sería eventualmente la antesala del estallido de la guerra en Europa.
En suma, ante la crisis que vive Europa oriental los internacionalistas y analistas políticos debemos ceñirnos a la evidencia y realizar una crítica sana basada en los hechos históricos y en la evidencia. No vale rescatar elementos del pasado con el propósito de realizar comentarios sensacionalistas. Ello poco abona, a mi juicio, al debate de las ideas, y mucho menos, a la solución de los conflictos.
Columna de José Miguel Calderón
Foto. Especial
cdch
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