Javier Jimenez Espriú escribió el libro ‘La cancelación. El pecado original de AMLO’, para cubrirse por una posible acusación de daño patrimonial en el futuro
La cancelación. El pecado original de AMLO, pudieramos pensar que lo escribió para cubrirse por una posible acusación de daño patrimonial en el futuro (seguramente recomendación de su hijo que escribió el prólogo).
Lee La zona cero del espacio aéreoEl libro tiene dichos pero no sustenta con documentos probatorios. Pues, y por dar un ejemplo para abrir boca, les cuento que dice que “Parsons le informó que llevaba el 20 por ciento de avance”, el pero es que Parsons no era supervisión de obra.
El pecado original…
Quienes conocen al Ing. Javier Jiménez Espriú, lo describen como una persona culta, refinada y engañosa. De este último rasgo, NO hay mejor ejemplo de su forma de ser que el título de su libro, el cual en forma consciente o inconsciente manifiesta su rencor hacia AMLO, pero en el contenido se revela en forma aduladora hacia él.
De la lectura del libro, se percibe que Jiménez Espriú es un hombre leído, pero utiliza las citas de diversos escritores, historiadores y filósofos (Irene Vallejo, Francisco de Quevedo, Jesús Silva Herzog...) a su conveniencia y algunas veces es traicionado por su subconsciente, dígalo si no cuando se refiere al pensador Heródoto “quien comprendió que la memoria es frágil, evanescente, y que cuando alguien evoca su pasado deforma la realidad para justificarse o encontrar un alivio”; el ingeniero, en contraposición, dice: ese no es mi caso, pero al continuar con la lectura del libro, se percibe que el erudito griego tenía razón.
Pero también Heródoto escribió “De todas las miserias del hombre, la más amarga es esta: saber tanto y no tener dominio de nada”. Esa es la tragedia de Jiménez Espriú, en su paso por la SCT, donde no pudo, pese a su saber, actuar en lo que le correspondía.
¿Resentido?
El Presidente no le permitió participar en la construcción del Aeropuerto de Santa Lucía, delegando esta responsabilidad en los militares; no le permitió participar en la construcción del Tren Maya, encomendando a Fonatur su realización; en el caso del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, la obra se encomienda al Organismo Público Descentralizado, denominado CIIT, el cual no se sectoriza a la SCT, como correspondía; el programa insigne del Presidente, Internet para Todos, se le retira a la SCT y se le asigna a la CFE. Ahora bien, la gota que derramó el vaso fue entregar el control de los puertos a la Secretaría de Marina, lo cual, con el orgullo herido, obligó a Jiménez Espriú a renunciar.
En la lectura del libro también se percibe su resentimiento con el Ejército, al hacer énfasis en que, en relación con las auditorías practicadas por ASF a la Sedena, al numerar 15 pliegos de observaciones y la no solvencia de las mismas.
Muy 4T
Lo mejor, pudieramos decir, es el epílogo donde, refiriéndose a Philippe Sollers en el Elogio del infinito, se identifica con la siguiente cita: “Su descubrimiento triunfal sobre la muerte, es que Proust (como Homero, Dante o Rimbaud) ha podido descender a los infiernos y regresar y sobre todo, contar“.
Es decir, Jiménez Espriú asume las revelaciones de su libro como un viaje al averno y su regreso a iluminarnos con la verdad. Se compara con Proust, Homero o Dante.
También prevaleció la ideología:
A Xóchitl Gálvez le dijo que el NAIM era un Lamborghini y México era un país de pobres.
Dos aspectos técnicos: el hidráulico y el geotécnico
En ambos, Jimenez Espriu, sin presentar ningún estudio que avale su afirmación, descalificó el proyecto del NAIM por considerar que las inundaciones y hundimientos, entre otros, hacen inviable la construcción del aeropuerto.
Citó a los ingenieros Carlos Slim, Alfredo Elías Ayub, Daniel Ruiz Fernández, Daniel Reséndiz y a los arquitectos Roberto Eibenschutz y Francisco González Pulido (este último acabó haciendo el proyecto de Santa Lucía pero los militares lo despidieron a la mitad), entre varias decenas de especialistas.
Sin embargo, lo que resulta inverosímil es que fue su alma mater, la UNAM, a través del Instituto de Ingenieria, quien realizó los estudios de viabilidad. Un documento, de 246 páginas, intitulado Análisis de los Estudios de Geotecnia y Salinidad para obtener la factibilidad de la ubicación del NAIM concluye, palabras más palabras menos: la construcción es viable. La construcción del NAIM en Texcoco representa un problema técnico que puede resolverse con el estado actual del conocimiento y de la práctica. La ingeniería mexicana está preparada para afrontarlo.
Además, estudios similares, en el aspecto hidráulico, fueron elaborados por el Instituto de Ingeniería de la UNAM, así como por destacados ingenieros civiles, como el Ing. Guillermo Guerrero Villalobos, el Dr. Fernando González Villarreal y el Ing. Luis Robledo Cabello, los dos primeros exdirectores de Conagua y los tres Premios Nacionales de Ingeniería.
El grave problema para el libro de Jiménez Espriú es el timing .
La realidad siempre se impone y Santa Lucía no será la excepción. Por cierto, en NAIM ya estaría por terminarse.
Sabemos que para evitar conflictos legales se pagaron contratos no ejecutados. Es decir, pagamos por un aeropuerto que no se terminó.
La opacidad en la asignación de contratos que se criticó en el NAIM es aún mayor en Santa Lucía.
Como hombre instruido, Jiménez Espriú debe haber leído al científico español Santiago Ramón y Cajal, quien manifestó: De todas las reacciones posibles ante la desconsideración, la más hábil y económica es el silencio.
(Especial)
Seneam aplica el 2x1 de errores en Mérida
El pasado lunes 21 de marzo, el día que se inauguró el AIFA, el vuelo de Aeroméxico 833 Mérida–CDMX tuvo que abortar abruptamente el despegue por una llamada recibida “fuera de tiempo” a los pilotos por parte de la torre de control de Seneam, que dirige el intocable Victor Hernández. Sobra contarle el mega susto que se llevaron los pasajeros.
Por si esto fuera poco, ese mismo día la torre de control Mérida se confundió y dio un control de flujo erróneo al vuelo 875 de Aeroméxico que se dirigía al AIFA. ¿Se imaginan? Es que aun NO le asignan los patrones necesarios para que operen de manera normal dentro del espacio aéreo del Valle de México. En castellano, están rompiendo récord en poner en riesgo las operaciones aéreas y es gracias a las tripulaciones y a la tecnología de los aviones quienes nos están salvando de tener accidentes. Justo por esto la FAA nos degradó de categoría. Esta vez le tocó a Aeroméxico, pero no se han salvado de estos preocupantes incidentes los de Viva Aerobus, Volaris y Aeromar.
Columna Sobremesa de Lourdes Mendoza en El Financiero
Fotografía El Financiero
clh
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