Todos los dictadores afirman que su país persigue una elevada misión y personifican la grandeza
Leí en la página de “Riddle” un artículo extraordinario que nos explica de qué hablan los dictadores. Olesya Zakharova analiza el lenguaje de Putin y de otros dictadores. Con ejemplos, nos dice que la propaganda de Putin está batiendo récords de efectividad. La gente le cree; eso es lo peor de todo. No importa que sean monstruosidades, atrocidades, asesinatos, torturas, arrestos por usar palabras específicas, odio. Muchos creen que Putin está salvando el mundo ruso.
En 1939, Winston Churchill acuñó una frase que ha cautivado a los observadores de Rusia desde entonces: “Rusia es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma”. La página de “Riddle” (acertijo) precisamente explora la complejidad de Rusia con un análisis independiente y equilibrado.
Zakharova nos explica cómo todos los discursos de Putin representan una colección de recursos retóricos que ya han sido probados por otros dictadores. A pesar de su aparente diversidad, su lenguaje se reduce a unas pocas técnicas lingüísticas recurrentes y bastante simples:
Absolutismo de valores
Una de las primeras señales de que un régimen se inclina hacia una dictadura es el surgimiento de un “discurso basado en valores” a nivel estatal oficial. Este tipo de discurso en las dictaduras está diseñado principalmente para preparar al público para el sacrificio y la privación en nombre de su país y su líder (el líder, el país y el estado están simbólicamente unificados). Por lo tanto, los valores se mencionan exclusivamente en el contexto patriótico. De hecho, se declara que el patriotismo es el valor principal. Se interpreta como lealtad y devoción a la patria y disposición a defender el país (es decir, a su líder) a expensas de la vida de las personas.
El discurso dictatorial se caracteriza por el absolutismo de los valores. Se proclama que el pueblo es el único portador de ciertos valores que son los únicos valores “correctos”. Su ‘rectitud’ se justifica ya sea por referencia a sus ‘raíces históricas’ o al hecho de que agradan a Dios, o ambos. Putin también justifica los valores que proclama refiriéndose a su larga historia: “debemos apoyar plenamente a las instituciones que son portadoras de valores tradicionales, y que históricamente han demostrado su capacidad para transmitirlos de una generación a otra”.
Al mismo tiempo, los valores profesados por el “otro” se presentan como nocivos y peligrosos. Como señaló Putin al hablar de los valores occidentales el 24 de febrero de 2022, esos valores “conducen a la degradación y la degeneración, ya que contradicen la naturaleza humana”.
El discurso dictatorial en su conjunto se construye sobre “la confrontación del yo y el enemigo”, por lo que los valores también están representados dentro de la retórica de las amenazas. Los valores aparecen como el objeto principal de los ataques del enemigo, mientras que el líder actúa como su principal defensor, protegiendo los valores no sólo dentro del país, sino también a nivel mundial.
Además, a medida que los regímenes evolucionan hacia la dictadura, el discurso basado en valores se vuelve cada vez más radical. En los discursos de Putin, el tema de los valores, la moral y la ética ha sido claramente evidente desde 2005. En la mayoría de los casos, los valores se representan a través de palabras como “patriotismo”, “característica distintiva”, “responsabilidad hacia el país” e “integridad moral”. En julio de 2021, el discurso basado en valores finalmente se institucionalizó, ya que sus principios clave se consagraron en la Estrategia de Seguridad Nacional de la Federación Rusa. Los valores tradicionales se incluyeron entre los objetivos en el contexto de la seguridad nacional y su protección pasó a ser responsabilidad no sólo de la Secretaría de Cultura, sino también del Servicio Federal de Seguridad, la Comisión Investigadora, la Fiscalía y la Agencia de Inteligencia Extranjera.
Una obsesión por la historia.
Otra señal clara de que un régimen se está deslizando hacia una dictadura es el repentino “interés profundo” del jefe de Estado en la historia y, en consecuencia, en reescribirla. Todos los dictadores buscan monopolizar la historia y dar forma a su propia narrativa histórica. Algunos no delegan simplemente esta tarea a la máquina de propaganda, sino que se embarcan en ella publicando artículos históricos y dando conferencias.
En los últimos años, Putin también se ha interesado mucho por la historia. En julio de 2021, apareció en el sitio web del Kremlin su artículo titulado “Sobre la unidad histórica de los rusos y los ucranianos”, y repitió su idea principal en su infame discurso a los rusos el 21 de febrero de 2022.
La manipulación de la historia ayuda a los dictadores a justificar prácticamente cualquier cosa. El público confía en este dispositivo discursivo porque los argumentos se basan en el estereotipo bien establecido de que es importante seguir la historia. Pocas personas se preguntan si las afirmaciones son consistentes con los datos históricos reales. Esto se debe en parte a la ignorancia y en parte a que las narraciones históricas construidas por el líder alimentan el sentimiento de orgullo nacional y el sentido de pertenencia a algo grande.
La retórica de las amenazas.
La retórica de las amenazas y el tema dominante de un adversario o de un enemigo externo es una característica obligada y más llamativa de cualquier discurso dictatorial. Un régimen dictatorial ve todo como una amenaza externa y presenta todas sus propias acciones, incluso la agresión contra otros países, como medidas defensivas.
Síndrome de grandeza.
Todos los dictadores afirman que su país persigue una elevada misión y personifican la grandeza. Sin embargo, cuando dicen “país”, se refieren a ellos mismos, identificándose plenamente con él.
Toda esta patética retórica sobre la lucha por la supervivencia de las personas, adornada con palabras fuertes y llamativas sobre el coraje y el heroísmo, es fundamental para encubrir la imagen real. Con estas palabras, los asesinatos, torturas y violaciones de civiles quedan fuera de la vista de la gente común, y la maquinaria represiva del régimen impide que los discursos en competencia se afiancen.
Unidad y enemigos del pueblo.
Los dictadores siempre repetirán que el pueblo está unido y apoya su poder y sus políticas. Sin embargo, en realidad, los dictadores hacen todo lo posible para mantener la sociedad fragmentada y desintegrada.
Los dictadores han estado imponiendo la idea de que la gente nunca saldrá a protestar por su propia voluntad, y que las protestas que se llevan a cabo son provocadas únicamente por el enemigo. Al mismo tiempo, se dice que las acciones de los manifestantes destruyen el país desde adentro.
Hasta aquí el resumen de lo que escribe Olesya Zakharova en Riddle. Ella concluye que todos los dictadores usan los mismos patrones de argumentación. Hay muchas más características que se pueden destacar, pero una vez que los políticos han comenzado a utilizar alguna de las técnicas descritas anteriormente, es el momento de sonar la alarma.
Columna de Javier Treviño en SDP Noticias
Foto de EFE en SDP
clh
Visitas: 532