Los incidentes no se deben a las operaciones del AICM sino a la reconversión de las rutas en el espacio aéreo del Valle de México para echar a andar Santa Lucía
“Sabia Polimnia en razonar sonoro verdades dicta, disipando errores; mide Urania los cercos superiores de los planetas y el luciente coro. Une en la historia el interés decoro Clío y Euterpe canta los pastores; mudanzas de la suerte y sus rigores Melpómene feroz, bañada en lloro; Calíope victorias; danzas guía Terpsícore gentil; Erato en rosas cubre las flechas del amor y el arco; pinta vicios ridículos Talía en fábulas que anima deleitosas; y ésta le inspira al español Inarco”. Leandro Fernández
Empecemos por dejar claro que no todo es chayote y/o conspiraciones. Hay argumentos que atender y también razonamientos que hacer. El equipo que conforma el gobierno de la Cuarta Transformación, sin embargo, lleva algo así como cuatro años negándose a escuchar los unos y meditar los otros.
El sábado pasado ocurrió otro “incidente” en el AICM. Todo indica que fue gracias a la pericia de los pilotos de las aeronaves involucradas que no ocurrió una tragedia que lamentar. Y escribí “otro” porque, si bien las autoridades han declarado que recientemente no han habido situaciones de peligro en el aire de la ZMVM, registros, testimonios audios y videos demuestran lo contrario.
La Federación Internacional de Asociaciones de Pilotos de Líneas Aéreas (IFALPA por sus siglas en inglés) apenas hace unos días publicó un comunicado donde advertía del incremento de incidentes —mayormente en la zona del AICM— tras la apertura de Santa Lucía (17 tan solo en el mes de abril). También ha advertido sobre la baja capacitación y las extenuantes jornadas de trabajo de los nuevos controladores contratados producto del rediseño del espacio aéreo, así como la falta de mantenimiento de los sistemas del aeropuerto (recordemos los distintos eventos que se registraron el año pasado, cuando algunas computadoras y sistemas fallaron). La Federación incluso ha pedido que las aerolíneas consideren que sus aviones viajen con más combustible por el tiempo que les pueden demorando el aterrizaje (lo que en sí mismo es un factor de peligro).
El hecho es que el tamaño de esta última catástrofe evitada fue tal que Víctor Hernández Sandoval, director de la SENEAM presentó su renuncia. Algunos de los expertos en materia de aeronáutica opinan que esto es necesario, mas no suficiente.
Me temo que lo que trascendió el fin de semana sea utilizado en la mañanera para reconvenir a las aerolíneas a que opten por el recién inaugurado AIFA. Sin embargo, algo debe quedar claro: los incidentes que han estado sucediendo no se deben a las operaciones del AICM (cuando el Benito Juárez tenía mayor número de vuelos no se daban peligros de colisión y accidentes tan a menudo), ¡sino a la reconversión de las rutas en el espacio aéreo del Valle de México con el fin de echar a andar Santa Lucía!
Una verdadera tragedia por partida doble: el Felipe Ángeles vino a LIMITAR y NO A AMPLIAR el congestionado espacio aéreo de la gran metrópoli mexicana. Además INCREMENTÓ LOS RIESGOS.
Sí, en este sexenio se rediseñaron las llegadas y las salidas de las aeronaves en la CDMX y alrededores, todo con objeto de que los vuelos del AIFA no interfirieran con los del AICM y los (pocos) del Aeropuerto de Toluca. Sin embargo, hoy se requiere olvidar Santa Lucía y volver al esquema que se tenía antes. De ese tamaño el error.
Lo que mencionaron muchos ante la propuesta del Felipe Ángeles —un espacio aéreo que se vería muy reducido y que a la vez generaría riesgos innecesarios— está ocurriendo (algunas ineficiencias: la proximidad de las aeronaves; la necesidad de acercarse demasiado a los cerros en preparación para los aterrizajes; el incremento en los desvíos y giros en las aproximaciones, lo que hace que las aeronaves se queden con muy poco combustible antes de finalmente poder aterrizar).
Agreguemos a lo anterior las restricciones ya conocidas por las líneas aéreas, los pilotos y la ciudadanía en las que opera (es un decir) el AIFA.
Ante las señales claras del fracaso del AIFA (manifestado en la negativa de las aerolíneas de mudar operaciones a Santa Lucía) y del rediseño del espacio aéreo para forzar la inauguración de este aeropuerto, ¿qué hace el gobierno federal? Emite un decreto presidencial que únicamente tendría como consecuencia incrementar aún más los riesgos al volar en el espacio aéreo del Valle de México. Razón adicional para que México no pueda mejorar su categoría aérea (recuperar ‘la categoría uno’).
En estos momentos —está visto después de la granizada de hace un par de días— el sustituto del AICM no es Santa Lucía. Los vuelos que no pudieron aterrizar fueron desviados a Puebla, Guadalajara, Puerto Vallarta y Cancún.
El fracaso en el diseño del espacio aéreo del Valle de México hoy cobra la mayor relevancia; la vida de pasajeros, tripulaciones y trabajadores del AICM no pueden estar en juego por un capricho cuya operación solo ha hecho el cielo peligroso, incrementado la probabilidad de que ocurra una tragedia en el aire.
Columna de Verónica Malo en SDP Noticias
Twitter: @maloguzmanvero
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