Malo detalla los aspectos que son señales de alarma en torno al Tren Maya y que han ido aumentado
“Más escarmientos dan al ponto fiero
(si atiendes) la bonanza y el olvido,
que el peligro y naufragio prevenido
y el enojo del euro más severo.
Ansí, cuando, cortés y lisonjero,
noto tus velas mueva adormecido,
y sirva, por tus gavias extendido,
de líquido y sonoro marinero,
entonces, ¡oh mirtilo!, desvelados
en la milicia de la calma ociosa,
tus sentidos irán y tus cuidados.
Menos dulce es la paz que peligrosa;
no salgas, no, a recibir los hados;
López Obrador dijo: “aunque llueve, truene o relampaguee, vamos a inaugurar el Tren Maya en diciembre”. No tengo duda alguna de que así será. Lo que no sé es si funcione ni cuál será el porcentaje —de los mil 440 kilómetros que integrarán el mismo— que aperturará. Creo eso sería lo realmente fundamental a preguntarse.
Este, una de las obras emblemáticas de esta administración, será un tren de carga y de pasajeros que supuestamente conectará de forma eficiente y atractiva, comercial y turísticamente hablando a Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Sin embargo, cabe la desconfía de que así suceda, sobre todo porque a la fecha Fonatur ha confirmado ocho cambios de trazo mayores —algunos ya habiendo iniciado obras que seguían otros recorridos—, lo que ha ocasionado impactos ambientales, ecológicos, sociales, financieros no previstos y a la fecha no calculados.
Algunos de ellos: el proyecto costará 2.4 veces más de lo inicialmente presupuestado; más de 100 comunidades indígenas se han amparado o han buscado amparos de forma colectiva; 3.4 millones de árboles han sido talados o removidos para llevar a cabo las obras —hay expertos que dicha cifra es más bien a los diez millones—; si bien el INAH ha recuperado miles de piezas arqueológicas, a la par se han destrozado otro tanto equivalente de restos arqueológicos a causa de la construcción. Pero López Obrador asegura que no se construye nada que afecta los vestigios arqueológicos. Dice, además, que “nunca se había llevado a cabo en la historia de México un rescate arqueológico como el que se hace ahora”… ¿No habrá oído hablar de los rescates que se han hecho de Teotihuacán, Monte Alban, Mitla?
Diversos colectivos —siendo “Sélvame del Tren Maya” el más conocido— de la mano de comunidades afectadas señalan que el Tren Maya no está fomentando el rescate del patrimonio arqueológico, tampoco protegiendo el ambiente ni los suelos. Presentan estudios que —de acuerdo a estos— la obra no se traduce ni traducirá en el futuro en una mejora económica para las poblaciones de la región. Han buscado, pedido o exigido una reunión con López Obrador para exponerle las verdaderas afectaciones de esta obra; no han sido recibidos.
La península del Yucatán cuenta con más de 368 kilómetros de ríos subterráneos, cuevas y cenotes. Dado las características del suelo —piedra caliza y permeable que permite la filtración y el escurrimiento del agua al interior de la tierra, lo que forma cuevas, cavernas y los cenotes— la vibración y peso del tren logrará que este se quiebre y colapse.
Hay un riesgo latente por cuanto a hundimientos y derrumbes; de hecho ya se presentaron problemas relacionados a pilotes del tren que no soportaron las pruebas de peso y colapsaron en la ruta 2 que pasa por Campeche. Seis pilotes en dos diferentes puntos de la ruta se doblaron y tuvieron que ser retirados y reconstruidos. ¡Qué bueno que sucedió antes de que estuviera en funciones!, pero ¿no hace eso reconsiderar proyecto o al menos trazado? Sé perfectamente que el uso que se le dará no será tan intensivo como el del Metro de la CDMX, mas lo que está ocurriendo durante la construcción manda señales que debieran alarmarnos. Quizá por eso —entre otros asuntos— la falta de transparencia del gobierno federal en torno a esta obra y la reserva de la información aduciendo cuestiones de “seguridad nacional”.
Así, más allá del ecocidio, de la destrucción de culturas milenarias, hay señales de alerta del peligro que el tren implica para los usuarios y población aledaña. Distintos elementos que esbozan una tragedia a ocurrir dispuesta sobre una bomba de tiempo. Un ejemplo de ello es lo que advierte la propia Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario, dependencia gubernamental, así como la Comisión Nacional, las Obras y Servicios Públicos y la Seguridad Vial: no se está verificando la calidad de los durmientes (suplemento del Programa Nacional de Infraestructura de la Calidad 2023, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 1 de junio pasado).
Ecocidio, exorbitantes sobre costos, mala construcción y ni siquiera un dejo de reconsideración de todo o parte de la obra de AMLO. ¿Estamos hablando de soberbia, terquedad o de plano de enorme corrupción de la 4t detrás de todo esto? Todo es posible cuando el presidente llega a afirmar que el Tren Maya “usará diésel que no contamina”; tal vez en el país de los otros datos…
El Tren Maya aún no se ha inaugurado y las señales de alarma no han más que aumentado. A cargo del obradorismo irá la cuenta que hagamos de todo esto, no existirá un Felipe Calderón a quien culpar.
Columna de Verónica Malo en SDP Noticias
Foto SDP
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