Lady Di Sheinbaum; prince Charles Ebrard

Sheinbaum se parece más a Lady Di en su incapacidad de enfrentar de una forma inteligente el que las otras corcholatas le metan el pie y rompan los acuerdos

Lady Di Sheinbaum; prince Charles Ebrard
“Sin el encanto, el resto de las virtudes son inútiles.” ROBERT LOUIS BALFOUR STEVENSON
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“Todo en ella encantaba, todo en ella atraía
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su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...

El ingenio de francia de su boca fluía.

Era llena de gracia, como el avemaría.

¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

ingenua como el agua, diáfana como el día,

rubia y nevada como margarita sin par,

el influjo de su alma celeste amanecía...

Era llena de gracia, como el avemaría.

¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

cierta dulce y amable dignidad la investía

de no sé qué prestigio lejano y singular.

Más que muchas princesas, princesa parecía:

era llena de gracia como el avemaría.” AMADO NERVO

Mientras que la oposición no se mueve pero tampoco protesta por los adelantadísimos tiempos disfrazados de elección interna de Morena, las campañas que lleva a cabo este partido exhiben de forma magnificada los modos y las formas de los posibles candidatos a la Presidencia por parte de la 4t.

Esta farsa, la elección interna del CDT, es una carrera de resistencia; algo más parecido a un maratón que a una carrera de 100 metros. Poco o nada cambia lo anterior el que la duración prevista para ella sea de algo así como tres meses.

Y aquí de lo que se trata es de “resistir” puyas, desmanes, deslealtades y el efecto de un piso que, sí, la mayor parte del tiempo no es parejo ni para unos ni para los otros. Además, dado que se está cometiendo una ilegalidad, es natural que exista el monitoreo continuo y absoluto de actos, dichos, ademanes y hasta silencios. No nos hagamos, eso es lo que precisamente buscaba el primer mandatario.

Por eso —obviamente no porque sean nobles o miembros de la realeza—, a los dos que encabezan la contienda bien les convendría pensar lo que en su momento ocurrió con Carlos, hoy rey de Inglaterra, y con Diana, princesa de Gales, la primera esposa de este.

Carlos se fogueó mucho; creció en las lides de Palacio y sobrevivió. Uno puede pensar que dicho individuo es un cero a la izquierda (me incluyo) y que significará la ruina de la monarquía inglesa, pero lo cierto es que ahí está, ahí ha estado y ahí estará hasta que se muera. Ha soportado problemas y traiciones que ya hubieran destemplado a más de uno. Los escándalos le han hecho ‘lo que al viento a Juárez’ (¡qué republicana comparación!), pues siempre supo y fue educado para estar rodeado de la prensa, de los paparazzi y aparentar (¿estar en?) calma. Algo así como un “sonría, todo va a estar bien.”

A lo que voy: un Marcelo, proporciones guardadas evidentemente. Saltos de partido, una expatriación personal, el desastre y la corrupción de la construcción de la L12, pipas desaparecidas, calabaceado por el yerno de Trump y una larga retahíla y, sin embargo, él sigue sonriendo.

Claudia, por el otro lado, está resultando ser más Diana (también proporciones guardadas, por supuesto). Ella no “creció” en estos menesteres; no está entrenada a sortear las zancadillas de la política. Fácilmente —ya lo constatamos— se le ve atribulada, enojada y mandona, todo al mismo tiempo. Se parece más a la princesa de Gales en su incapacidad de enfrentar de una forma inteligente el que las otras corcholatas le metan el pie y rompan los acuerdos. Me pregunto: ¿de verdad la ex jefa de gobierno no se va a apartar del guión/creencia de que los corcholatos DEBEN de acatar los acuerdos alcanzados en el seno del Consejo Nacional de Morena? Que alguien le diga, por piedad, que sus contrincantes no van a señirse a estos, que nadie —ni siquiera AMLO— espera eso y que ella, si no quiere verse rebasada, tampoco debe de hacerlo.

Es cierto, los mexicanos, pero sobre todo las mexicanas, no deseamos ver sumisión en las mujeres. Pero quizá no se ha percatado de que ello implica adicionalmente otras dos cosas: (1) ¡que no sea sumisa tampoco ante su jefe (López Obrador)! y (2) que no sea grosera (y menos en público). Nadie quiere a una alumna “matadita” con su maestro ni mandona y prepotente ante sus “compañeros de clase”. Sheinbaum tiene que hacer la tarea: conseguir ser firme, efectiva, pero al mismo tiempo agradable como era lady Di.

Esa cualidad algunas veces se tiene de nacimiento, pero en otras se va generado a lo largo de estos años. Aquí, con Sheinbaum, ni la una ni la otra. Pero le tengo una noticia: aún lo puede desarrollar. Aunque, eso sí, debe apurarse; va muy tarde.

Otra cosa: los ciudadanos tampoco quieren ver a una mujer “valiente” (para eso ya tuvimos a Del Moral). Se requiere una mujer empática y a la vez eficiente como política. Complicado sin duda alguna, pero no imposible.

Debe diferenciarse de AMLO (olvidar los acarreados como ese de ayer en el Monumento a la Revolución), hacer a un lado las peores prácticas de Morena (hay mucho de donde escoger), generar una imagen propia y de preferencia agraciada (como la tenía Diana).

Es importante notar lo siguiente: una mujer es digna de respeto por ser mujer, pero no es en automático receptora de encomio solo por ser del sexo femenino (si así fuera, la mitad de la población sería encomiable e inmaculada en automático). Una mujer es feminista no por ser mujer, sino porque defiende las causas de la mujer. Por último, una mujer es una dama solo si se comporta como tal.

Si Claudia quiere encarnar el feminismo y practicarlo, debe olvidar su sumisión al líder de la 4t y ser mucho más empática con el resto de las mujeres. El justo medio puede aprenderse, pero para ello, la ya hoy exjefa de gobierno debe apurarse.

Sheinbaum dijo en su despedida ayer: “México ya no se escribe con M de machismo… se escribe con M de madre y M de mujer”. Con la violencia de género que asola el país, el número de feminicidios, su reflexión es endeble y muy fácilmente rebatible.

Al igual que la guerra sin tregua que se dio entre Diana y Carlos, el “no enfrentamiento” entre Claudia y Marcelo desvía la atención de algo realmente importante que la ex jefa de gobierno de la CDMX debiera estar abanderando (sobre todo atendiendo): la inseguridad en nuestro país y muy particularmente la violencia de género.

Una última anotación que deben de tener presentes todos los candidatos morenistas y anexos: después de la muerte de Diana, Isabel II no soltó el poder sino hasta que murió; la princesa y el príncipe de Gales se destruyeron entre ellos en el proceso, pero la reina se mantuvo en el trono hasta que falleció.

Pues bien, ahora, no importando quien salga “vivo” —aunque muy madreado y vapuleado— de está contienda interna, tengan por seguro que López Obrador no les entregará el poder mientras pueda evitarlo.

Columna de Verónica Vélez en SDP Noticias

Foto SDP

clh

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