No sé hasta qué punto la ‘Señora X’ deba sentirse halagada. ¡Un nuevo espacio creado exclusivamente para enfrentarla y combatirla!
Quien tardó más de 14 años en terminar una licenciatura, logró dominar la antimateria. Es más, logró crearla. Ahora sí podría competir por un premio Nobel, pero el de física. Jamás por el de la paz.
Lee ¿Una pesadilla electoral para el 2024?Me explico: los mexicanos gozamos de la ¿dicha? de unas corcholatas, unas que han sido anuladas por su propio creador. No solo porque no despegan, sino además porque no les permite —ni les permitirá nunca— brillar con luz propia. El presidente las tiene atadas de manos a su voluntad.
Habiendo vaciado el espacio para llevar a cabo una contienda seria y democrática para Morena y su 4t, irónicamente el seńor López Obrador lo ha tenido que llenar hablando de la ‘Señora X’. Sí, el nuevo espacio, uno denominado “No lo digo yo” fue creado exprofeso para enfrentar y combatir a Xóchitl y con ello dejar patente que él fue quien logró nulificar a la que realmente considera… su corcholata favorita. Favorita, ya que a estas alturas se volvió claro que AMLO hubiera preferido que la senadora Gálvez, y no no Claudia Sheinbaum, fuera su corcholata, contendiendo por la Presidencia bajo las siglas JHH (Juntos Hacemos Historia).
En el universo de la 4t, de los “otros datos” y de la historia nacional modificada sobran ejemplos de cuando alguien de su entorno tiene un pensamiento diferente al de él o le puede llegar a hacer sombra, Andrés se dedica a anularlo/a.
Bastó que su esposa, la Dra. Beatriz Gutiérrez, dijera que ella iría a la marcha del 7M en el 2020, para que en menos de un día tuviera que cambiar su opinión.
Lo mismo le ocurrió a Claudia Sheinbaum, quien a su manera y en base a su formación científica, abogó durante la pandemia por el uso de los cubrebocas. Es más, ya se nos olvida, pero trató de suspender el evento aquel de Vive Latino en el 2020 y no pocas veces mostró desencuentros con Hugo López-Gatell. (¿Se acuerdan?).
Pero su actitud cambió en el 2021. Y ello no fue a raíz de la tragedia de la L12 del metro; después de todo, Claudia fue la primera en llegar al lugar de los hechos y mostró preocupación por lo que había sucedido.
No. Su “materia” en el opinar terminó más tarde. Fue cuando, en las elecciones intermedias de ese año, la mitad de las alcaldías de la Ciudad de México pasaron a la oposición.
De una forma muy perversa, la 4t la culpó a ella de la debacle y nadie tomó en cuenta lo mucho que todos los miembros de la 4t habían contribuido a la misma. La propia Claudia se tragó ese cuento.
No estoy diciendo que ella haya sido una pobre víctima de sus propios coequiperos (después de todo, no habían pasado ni 24 horas del desplome del Metro que su actitud cambió y se convirtió en una patética defensora de la Ing. Florencia Serranía, directora del STC Metro). Únicamente noto que la científica, física de formación, desapareció por completo. Sus opiniones y acciones autónomas desaparecieron. Al punto que hoy es una marioneta que solo acata y defiende a AMLO. Una caja vacía, de resonancia. En otras palabras: la antimateria.
Igual que a las otras corcholatas, pero en este caso, motu proprio, le arrebataron su esencia, su intrínseca forma de ser, para convertirla en nada. Los precandidatos de Morena solo brillan si López Obrador comparte su ‘propiedades’ / características políticas con ellos.
Ante tanta falta de sustancia, Xóchitl (y uno que otro precandidato de la oposición) ha entrado a ocupar los espacios. Ella, llena de energía, de materia, de disruptivas ideas.
Alguien en que no está dispuesta a abandonar su esencia —guste o no— para agradar al inquilino de Palacio.
Ante esta irrupción, López Obrador trató de minimizar a la senadora en la mañanera. Más adelante, ya que el INE le había llamado la atención (no por ejercer supuesta violencia de género, sino por actuar de coordinador de campaña de la 4t del INE), idea el ‘No lo digo yo’.
Recordándonos que para él existe eso de “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley” (marco normativo que él mismo impulsó cuando era oposición), le dio la vuelta al INE ¡con recursos públicos! Esto es, con nuestros impuestos.
Una gran chicanada porque, en el fondo, vuelve a anular la posibilidad de que brillen sus corcholatas por mérito propio. Pero además le quita a la ciudadanía la posibilidad de arribar a una decisión razonada de su voto —o de su no voto— ya sea por Xóchitl o por cualquier otro candidato. Resta en todos los frentes porque, en su universo, solo él puede brillar.
Resulta por demás, el gasto de dinero sobre la farsa que oculta otra farsa que viola la farsa de norma que tenemos. Un gasto más sobre los gastos que son superfluos y no deberían de realizarse.
No sé hasta que punto la ‘Señora X’ deba sentirse halagada. ¡Un nuevo espacio creado exclusivamente para enfrentarla y combatirla!
Esta chicanada es por partida doble, pues AMLO no ha sido presidente. Usurpó la función de jefe de Estado y de todos los mexicanos para guardarla en un cajón. En su lugar la sustituyó por el candidato sempiterno y, ahora, hasta la hace de coordinador de campaña... Su odio hacia la ley, su violación permanente de esta, le ha convertido en el primer presidente de la historia de nuestro país al que se le aplica una medida cautelar por negarse a acatar la ley.
Más grave aún, López Obrador es el primero que enardece al ambiente. De hecho, (no recuerdo ahora quien lo propuso recientemente) habría que considerar establecer mecanismos especiales de protección para los precandidatos… Andrés Manuel, en su laboratorio de la política nacional, sienta las bases para que se presenten consecuencias no previstas. ¿Cómo cuáles? Como la de un “iluminado”, un demente que piense que su “razón de vida” es ir contra quien el presidente no soporta.
López Obrador, aunque no lo quiera reconocer —bueno, ni él ni sus simpatizantes— pone en la mira a todos aquellos con los que no coincide políticamente con él.
En el país donde la violencia no cesa yaumentan los desaparecidos —un eufemismo para decir que no volverán—, López Obrador insiste en incendiar la atmósfera.
Columna de Verónica Malo Guzmán
Foto: Archivoe
cdch
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