AMLO ha cerrado los ojos

El 7 de septiembre es nuestro aniversario, diría el grupo Mecano. Ahora, López Obrador, cerrando los ojos, podrá cantar “el 6 de septiembre es…” la fecha en que pasará la estafeta, el bastón de mando del país, después de cinco años sin haber gobernado. Tiempo que decidió pasarla de noche y comiendo de sus otros datos. Periodo que miró hacia otro lado, desdeñó la obligación de gobernar y se dedicó a ser propagandista y candidato. Hace poco asumió otra función principal: la de coordinador de campaña de la candidata presidencial (y otros abanderados) de Morena.

Cinco años en el poder preparándose para… ¡el pase de estafeta! Cinco años durante los cuales ha preferido volcarse a una realidad alterna; muestra de ello es su última respuesta a la brutal violencia que campea hoy en Michoacán.

Mientras los grupos criminales se disputan el control para extorsionar a los productores del aguacate y del limón —conocidos como ‘oro verde’, exigiendo cobro de piso por la producción y el transporte—, el inquilino de Palacio Nacional dice que se trata de un acto propagandístico. En este caso ni siquiera aclaró de parte de quién. ¿Del crimen organizado? ¿De sus adversarios políticos?

En el fondo no importa. Él sostiene que se trata de actos propagandísticos porque no hubo muertos… ¡Menuda! Las pérdidas para los productores, para todos los que se ven afectados por estas “jornadas violentas”, en el día a día, durante meses, años, eso el mandatario lo desdeña.

En razón de que se ha negado a gobernar, entrega más de 164,000 asesinados y más de 4,500 feminicidios. De los desaparecidos mejor no hablar (Karla Quintana, ex comisionada de Búsqueda de Personas, diría: “ni caso tiene ahora que las autoridades han recortado las cifras artificialmente”).

México vive una guerra cruenta a la cual estamos perdiendo nuestro futuro y que Andrés Manuel dijo solucionaría en un abrir y cerrar de ojos. Lo que no dijo es que no los abriría durante todo este tiempo —o solo ocasionalmente y únicamente, como será el próximo miércoles, para alegrarse del resultado del proceso interno de la 4t con vistas al miércoles de la próxima semana. Pasa de largo que aún le queda un poco más de un año que debería gobernar; al menos intentarlo.

Pero no lo hará. López Obrador sabe ser candidato, coordinador de campañas, mentiroso contumaz (más de 120 mil mentiras vertidas por él en lo que va del sexenio), amarra navajas y víctima de las circunstancias. Pero no sabe o no quiso saber ser el presidente de todos los mexicanos. Tal vez por ello vive con los ojos cerrados, imaginando lo que nunca fue.

En la obscuridad ha transcurrido lo que pudo ser el gobierno más transparente de la historia; se optó por la opacidad (por algo será). Pudo ser un ejemplo de combate a la corrupción —real, no fingida— pero de hecho optó por ella. Pudo regresar al ejército a sus cuarteles y capacitar en serio a una gran policía, mas les entregó las obras de infraestructura y administración de todo México. Lograr un país más verde, en lugar de deforestar zonas de la selva Lacandona y otras regiones del país; ofrecer una educación de vanguardia, en vez de hacer un bodrio que no prepara a los chicos para su futuro; tener salud pública de calidad —sea o no equiparable a los estándares daneses— en lugar de un sistema que en un abrir y cerrar de ojos para fines prácticos dejó de servir a más de 30 millones de mexicanos.

No, AMLO insiste en no encarar la realidad para MEJORARLA. Ya dijo que para él lo más importante en estos tiempos es votar por el proyecto. “O sea, es candidata, partido o proyecto. Yo creo que lo que se tiene que pensar es en votar por el proyecto…”.

Este candidato, jefe de campaña, desde hace dos años adelantó las campañas. Ilegalmente. Todos los demás partidos terminaron haciendo eso mismo, igual de ilegales. Incluso Movimiento Ciudadano; ¿o que no hace unas semanas el gobernador Samuel García, que hoy levanta la mano para contender por la Presidencia de la República, decía que había que esperar a los tiempos electorales formales por ahí de diciembre? Sí, todos hemos naturalizado la deformación.

Andrés Manuel lo avisó; a él le encanta vivir en la ilegalidad. Nos lo dijo desde un principio: “al diablo las instituciones”. El presidente AMLO busca ser la única institución…

Y aquí estamos; a días del cierre de las precampañas. Tanto dinero, tanto tiempo destinado a ello; mientras ni Presidencia ni gobierno ni desarrollo institucional. Tantos ríos de tinta destinados a eso, a las campañas, a las elecciones adelantadas. Poco al gobierno, menos aún al buen gobierno.

Da pena que López Obrador continúe en la confrontación, prefiera los abrazos a los delincuentes que a defender a los ciudadanos y a las estructuras de gobierno.

López Obrador cierra los ojos para imaginar un país de maravillas. El problema es que cuando abra los ojos —lo hagamos todos— toque de frente la realidad que desgarra a un país.

Columna de Verónica Malo en SDP Noticias

Foto Daniel Augusto

clh