Faltan nueve meses y medio para que finalice el sexenio. Todo puede suceder porque la ira del Presidente contra los periodistas y comunicadores, lejos de moderarse, ha crecido
Hace un año iban a matar a Ciro Gómez Leyva y el gobierno aún no informa quién lo mandó asesinar.
Lee Los guardias rojos de López ObradorLos autores materiales del atentado están detenidos y confesaron que los contrataron para matarlo, pero no han dicho quién o quiénes. El jefe de los sicarios huyó a Estados Unidos, donde pidió asilo. Por miedo, dice.
¿Qué le impide al gobierno saberlo? ¿O qué le impide informarlo?
Los ejecutores materiales de la orden de matar a Ciro ni siquiera han sido juzgados.
Como en el caso del asesinato de Manuel Buendía el 30 de mayo de 1984, habrá que esperar hasta el siguiente sexenio para conocer la verdad.
Al periodista le salvó la vida el blindaje de la camioneta, en cuyo parabrisas se estrellaron las balas, a escasos centímetros de su cara.
Lo único que conocemos es aquello que es público: la animadversión del Presidente hacia el periodista, expresada en constantes ataques verbales hacia su persona y su desempeño profesional.
Después del atentado, López Obrador señaló que adversarios suyos (de él, no de Ciro) pudieran estar detrás del intento de crimen, para dañarlo (a él, no a Ciro).
¿Ya lo comprobó? No. Y tiene todos los instrumentos del Estado para hacerlo.
En aquella ocasión 180 periodistas y comunicadores firmamos una carta abierta que decía:
“Nuestra solidaridad con Ciro es total, y nuestra indignación por el hecho nos lleva a exigirle al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, que cese el hostigamiento que ejerce contra periodistas críticos”.
“Prácticamente todas las emanaciones de odio hacia los periodistas se incuban, nacen y se esparcen en Palacio Nacional”.
“La difamación, que sustituye al debate de ideas, es una convocatoria a la violencia física contra los periodistas estigmatizados por el Presidente. Los asesinatos de periodistas marcan un récord en este sexenio, y la impunidad es alarmante”.
“Exigimos al gobierno que esclarezca el atentado, castigue a los culpables materiales e intelectuales, y que el presidente López Obrador asuma su responsabilidad política en este intento de asesinato”.
“De no autocontrolarse el presidente López Obrador en sus impulsos de ira hacia periodistas críticos, el país entrará en una etapa aún más sangrienta que ya han experimentado otros países latinoamericanos: asesinar periodistas para desestabilizar al gobierno, o matar en pago de favores al gobierno”.
Después del atentado regresaron las agresiones verbales a Gómez Leyva, y se multiplicaron contra Carlos Loret, Joaquín López-Dóriga y muchos más. Incluyó a dueños de periódicos, radios y televisoras, por lo que escriben o dicen los periodistas en esos medios.
¿A poco se mandan solos?, pregunta con frecuencia, lo que es un chantaje a los dueños para que corran a periodistas que informan o comentan lo que a él no le gusta que se diga.
Va contra todos, porque los buenos periodistas en México, éticos e independientes, “se cuentan con los dedos de las manos”, dijo el miércoles.
No hubo ninguna lección, ni corrección ni autocontrol del Presidente después del intento de asesinato.
¿Se acuerdan de lo que decía López Obrador en campaña?
Mazatlán, 4 de abril de 2018:
“En nuestro gobierno vamos a cuidar a los periodistas para que no estén amenazados, porque hemos llegado al extremo, y ya no pueden escribir libremente porque están bajo amenaza. Van a tener libertad plena, completa, porque su protección es la protección a la libertad de prensa, a la libertad de expresión”.
Si algo nos confirmó López Obrador desde la Presidencia es que no puede dialogar con la prensa que tiene un punto de vista distinto al suyo, y que su proclamado respeto a la libertad de expresión era mentira.
Faltan nueve meses y medio para que finalice el sexenio. Todo puede suceder porque la ira del Presidente contra los periodistas y comunicadores, lejos de moderarse, ha crecido.
¿En qué va a terminar su odio hacia quienes ven una realidad diferente a la suya?
No lo sabemos. Como creo que tampoco sabremos, en este sexenio, quién mandó matar a Ciro Gómez Leyva.
Columna de Uso de Razón de Pablo Hiriart en El Financiero
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