La lealtad de Claudia Sheinbaum a AMLO le ha cobrado factura en más de una ocasión
La gestión de Claudia Sheinbaum Pardo al frente del gobierno capitalino fue positiva en general. Sobre todo, porque tuvo logros significantes en dos de los más graves problemas que aquejan a la Ciudad de México: seguridad y movilida.
Lee ¿Hay quien le diga al presidente?Ahora bien, la trayectoria de la candidata presidencial oficialista carga con dos desventuras que le estorbarán a perpetuidad: el colapso del Colegio Rébsamen y el de la Línea 12 del Metro. Ambos colapsos. Ambos terminaron en tragedias.
En ambas ocasiones, Sheinbaum dio la cara. Empero la mujer no es dada al trato humano. Es conocido que no es de muchas amigas ni se le reconoce como una persona social. Más bien siempre ha destacado por ser académica y científica. Quizás por eso a veces se atasque en el lodo de la política. Por falta de carisma se ha visto enredada o pérdida momentáneamente en laberintos comunicativos.
A Claudia le falta sensibilidad y ser un poco más emocional. Sí. Mas no por eso se puede dejar de votar.
Lo que sí le ha restado simpatías es su sumisión a los designios de Andrés Manuel López Obrador. La lealtad de la otrora jefa de gobierno de la CDMX al presidente de la república le ha cobrado factura en más de una ocasión.
La primera vez que los delirios presidenciales minaron adhesiones a la entonces jefa de gobierno fue durante la emergencia sanitaria.
Al inicio de la pandemia, Sheinbaum se había deslindado de las declaraciones irresponsables y demenciales del gobierno federal. La doctora comenzó a dar sus anuncios en privado, de manera remota, empezando siempre a comunicar retirándose una tapa bocas del rostro. El manejo de la contingencia se notaba antitético con la atención que simulaba dar presidencia a dicha problemática.
Luego vinieron las imposiciones desde Palacio Nacional. Primero, obligaron a Claudia a cambiar el color distintivo de su administración a la guinda. Posteriormente, a retirar cualquier tipo de medida impuesta para evitar los contagios en la capital de país, empezando por la omisión al uso de la mascarilla.
Otro ejemplo de cómo AMLO ha boicoteado a Sheinbaum Pardo fue con la designación de la candidatura oficial a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
López Obrador encabezó una pantomima entregando a la Dra. un bastón de mando, lo que resultó una farsa, como todo en tiempos del obradorato.
Lo primero que hizo Andrés Manuel, fue negarle a Sheinbaum Pardo la elección de quién postularía el oficialismo como candidato a sucederla. Mientras Claudia deseaba que fuera Omar García Harfuch, el presidente y sus feligreses requerían que fuese la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada. Al final Palacio Nacional impulsó a ésta y dejaron al favorito de Sheinbaum con una candidatura al senado.
Meses después volvió a suceder.
Se había llevado a cabo el primer debate presidencial. Claudia se destacó con una actuación sin yerros y aplaudida. La comentocracia le dio el triunfo y con ello le arrebató a su adversaria, la opositora Xóchitl Gálvez, una oportunidad importantísima para crecer en las encuestas.
Sin embargo, durante su desempeño en dicho debate, la candidata oficialista no ocupó su tiempo para resaltar o referirse a la administración de Andrés Manuel López Obrador, lo que ofendió al tabasqueño y envió mensajes reprimiendo a su candidata por mostrarse independiente.
Para el segundo debate, Claudia se dedicó a enarbolar una apología del obradorato, perdiendo el debate y rayano en lo ridículo.
Falta poco menos de un mes para la elección presidencial. Si Sheinbaum sigue cediendo a la locura de Andrés Manuel, su ventaja sobre sus contrincantes seguirá disminuyendo.
Urge que Claudia se sacuda tanto lastre de encima.
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Columna de Humberto E. Cavazos en SDP Noticias
Foto Eduardo Díaz
clh
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