Claudia Sheinbaum tiene como gran reto la SCJN, con altura de miras, así como la que existe en México actualmente
“Don’t go changing to try and please me
You never let me down before, mmm
Don't imagine you're too familiar
And I don't see you anymore
I would not leave you in times of trouble
We never could have come this far, mmm
I took the good times, I'll take the bad times
“Vamos
Hagamos un trato
Un pacto secreto
De nosotros dos
Quiero
Que cuentes conmigo
Contar yo contigo
De aquí hasta el final
Tú
Serás para mí
Te vas a encargar
De hacerme feliz
Yo
Seré para ti
Me voy a encargar
En tiempos de transición, así sea de corte electoral y dentro de un mismo partido o corriente ideológica, se requiere institucionalidad, certeza, compromiso de todos los actores y poderes del Estado con lo que ha sido la voluntad de la ciudadanía traducida en votos. La Suprema Corte de Justicia de la Nación así actúo esta semana, precisamente así.
En un comunicado serio, adusto, discreto y, ante todo, institucional, el máximo tribunal felicitó a Claudia Sheinbaum, virtual ganadora de la Presidencia de la República. Tal vez se trate del mejor gesto que ha externado la SCJN recientemente para con la vida nacional. El sumarse a las felicitaciones y reconocimientos, como los que han hecho otros miles de actores de la vida pública nacional e internacional, incluyendo personalidades como Joe Biden o Enrique Peña Nieto, abona a crear un ambiente de certidumbre y estabilidad para México.
Hay quienes han criticado el momento, la forma y el contenido de este comunicado. A mí me parece, en cambio, que este fue muy acertado. ¿Se imaginan por un momento si la SCJN hubiera guardado silencio ante la contundente victoria de Claudia Sheinbaum? Ello habría abonado a crear un distanciamiento —incluso en el terreno personal— entre la virtual ganadora y el tribunal supremo. Hay felicitaciones que si no se ofrecen de inmediato y en el momento, son tanto como no haberlas hecho nunca.
¿Con ello la Suprema Corte calificó la elección o usurpó funciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación? ¡En lo absoluto! No queramos amarrar navajas —ni caer en el juego de quienes pretenden hacerlo— a partir de lo que ha sido un acto meramente institucional de los once ministros de la Corte: reconocerle y felicitar a la virtual ganadora por un resultado a todas luces incontestable.
De igual forma, el Poder Judicial ha mostrado su institucionalidad al haber dejado que el proceso electoral acaparara la discusión pública tal y como lógicamente debía ser. En ningún momento en los pasados días el tribunal ha buscado discutir el tema de la reforma al Poder Judicial (también llamado “Plan C”), a pesar de que se trata de un tema que obviamente le preocupa y le ha de estar ocupando en su día a día al interior de esa rama del Estado. La SCJN no ha contaminado el momento electoral con una discusión sobre la reforma planteada por López Obrador y ha hecho a un lado esa discusión para que el momento de éxito y de disfrute por parte de Claudia sea total.
Si el Plan C ha contaminado el ambiente (especialmente el económico y los mercados financieros) estos días ha sido únicamente porque el tema lo trajo a colación el presidente AMLO el lunes pasado… La SCJN se ha comportado, en cambio, de una forma absolutamente prudente.
A la propia Sheinbaum le conviene una corte con altura de miras, así como la que existe en México actualmente. Un tribunal presente —fuerte incluso— y estrictamente institucional. Lo que es más, la futura presidenta debe de saber que una reforma en los términos que López Obrador propone sería el acabose del país pues el mundo occidental no sabe cómo relacionarse con una nación en la que no existan pesos y contrapesos. El fulminar a la Suprema Corte como hoy la conocemos y sustituirla por individuos electos por el voto popular, esto es, partidizados y sobre todo, morenizados, sería terminar con la credibilidad del país mismo antes de que la futura presidenta inicie su mandato.
Voy a irme un paso más allá: es a Claudia Sheinbaum a la primera que NO le conviene la mayoría calificada en las cámaras legislativas. Es el último dique para que AMLO no imponga durante el mes de septiembre (lo que Raymundo Riva Palacio llama “ventana de septiembre”) sus planes con respecto al Poder Judicial; planes que la próxima mandataria no necesariamente comparte. Con mayorías calificadas, el desfase entre los tiempos legislativos y del ejecutivo federal tendría los peores efectos para el gobierno que ella todavía no ha iniciado.
Así que no hay de otra: o Andrés Manuel abiertamente recula por lo que a sus intenciones con respecto a la SCJN se refiere o inventa excusas (que le eche la culpa a la menguada oposición, al TEPJF, a los inversionistas norteamericanos, ¡a quién sea!) de no poder llevarlas a cabo. Debe mandar este asunto del paquete de reformas para después del 1 de octubre y dejar que sea Claudia quien decida qué sí y qué no. Ya como presidenta constitucional, no en este interregno que le dificulta el análisis sereno, minucioso e independiente; libre incluso de algunos de sus asesores más cercanos y que operan con base en lealtades compartidas hacia ella y hacia el presidente saliente.
Ojalá López Obrador logre actuar —así sea por una vez— como jefe de Estado; ojalá permita que sea Claudia y solo ella la que decida y, en su caso, el cómo de la reforma a la SCJN.
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Columna de Verónica Malo en SDP Noticias
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