Pasan los meses y Boeing sigue sin poder salir del hoyo donde ellos solitos se metieron, ni modo, por priorizar las ganancias económicas sobre la seguridad aérea
Con tantas cosas ocurriendo dentro de este hermoso mundo de la aviación, no quería que esta noticia quedase en el “olvido”, y me parece importante retomarla porque se suma a la trama de Boeing.
Lee No paran las mentiras en InterjetLa semana pasada el CEO de Boeing se presentó ante el Senado norteamericano para hablar, además del incidente del vuelo de Alaska Airlines, de todas las pifias que han estado emergiendo en las investigaciones de la Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés); en ellas ha quedado de manifiesto que la fabricante de aviones tiene graves problemas con sus estándares de calidad.
Veamos lo reportado por la agencia de noticias Reuters: “Por primera vez en sus cuatro años al frente de la compañía -un puesto que dejará el año que viene- Calhoun ha comparecido en la Cámara Alta estadounidense, ante duras acusaciones de corrupción por parte de varios senadores.
No en vano, fue en ese mismo contexto donde un ex trabajador de Boeing acusó a la empresa de lanzar aviones defectuosos. De hecho, hay otro testigo más que también podría corroborar estas acusaciones”.
A Boeing le urge salir “del maíz podrido” lo más rápido posible, sin embargo, esto no ha sido posible, pues ya vimos que falsificaron documentos y para la fabricación de sus aviones utilizaron “titanio” falso. También tenemos que dejar claro que la crisis existente por falta de insumos para la construcción de aeronaves es consecuencia de la guerra inconclusa entre Rusia y Ucrania. Muchos de los materiales que se utilizan para fabricar aviones se han encarecido y eso es realmente un grave problema.
Pero ahora se suma un nuevo “incidente” que involucra una aeronave Boeing. El pasado 25 de mayo un avión B737MAX8 sufrió un “dutch roll”, también conocido como “balanceo holandés”, que es un descenso brusco en el que la aeronave se balancea, y estresa a tal grado el material, que puede provocar incluso una rotura del fuselaje en pleno vuelo.
El vuelo de Southwest Airlines que iba de Phoenix, Arizona con destino a Oakland, California padeció un “dutch roll”, y el jueves pasado la FAA informó que se está investigando este caso.
La aeronave en cuestión solamente tiene dos años de haber sido fabricada por Boeing, y curiosamente este fenómeno es bastante raro dentro de la aviación comercial. Afortunadamente los 181 pasajeros y tripulación llegaron sanos y salvos a su destino, pero no, no es el único incidente entre Boeing y Southwest, hay otro caso que también está siendo investigado.
El 11 de abril, el vuelo 2786 de Southwest Airlines tuvo que regresar al Aeropuerto de Honolulu, después de 35 minutos de haber despegado. Esto derivado de las malas condiciones climáticas, y nuevamente el avión involucrado fue un B373MAX8.
Sobre esta aeronave sabemos que fue considerada como apta para volar desde el año 2015, según la información que arroja la propia FAA en su investigación. A estos casos también hay que sumarles otros incidentes, como el que tuvo un B737 de Virgin Atlantic en Nueva Zelanda, donde uno de sus motores se incendió.
Y es que siguen los problemas en torno a los aviones de la familia MAX; trabajadores han denunciado a los medios que después de los dos fatales accidentes, cuando se retomó la fabricación de estos aviones, en lugar de mejorar las prácticas que venían haciendo, esto es, elevar los estándares de seguridad, lo que hicieron fue barrer y esconder debajo de la alfombra todos sus errores.
Además de dispararse el número de reportes con “inconformidades”, se le ocultó información a la FAA cuando fue a realizarles una inspección, y lo hicieron de forma deliberada y premeditada.
Uno de los ex trabajadores que ha testificado en contra de Boeing fue muy enfático en señalar estos actos de ocultamiento ante la autoridad para evitar “reprimendas”, pero sobre todo, que les detuviesen la producción de estos equipos a la fabricante.
Esto ha traído diferentes consecuencias, no solamente las deficiencias que una aeronave fabricada por Boeing pueda tener, sino que también ha generado niveles altos de estrés entre los trabajadores de la fábrica, a tal grado que ya algunos trabajadores presentaron sus quejas ante la Administración de Seguridad y Salud en el Trabajo.
Así que como podemos observar, Boeing sigue sin poder salir del hoyo donde ellos solitos se metieron por priorizar las ganancias económicas sobre la seguridad aérea, algo que los había distinguido y consagrado como líderes en la fabricación de aviones.
Todo lo anterior se suma a que diferentes actores le están sacando “al parche” de convertirse en los nuevos CEO´s de Boeing, y es que Dave Calhoun, el actual director de la fabricante, ha tenido que salir a dar la cara por todos y cada uno de los errores en los que se ha visto envuelta esta armadora, casos tan graves y vergonzosos como el software deficiente, piezas rotas instaladas en los aviones B737MAX, y toda la lista que ya conocen.
No resulta nada extraño que tras la próxima salida de Calhoun en diciembre de este año, nadie se anime a ser la persona que dirija esta fábrica de aviones. Seguiremos atentos a este trama y en el fondo esperamos que Boeing logre recuperar su brillo de antaño.
Ese brillo que enorgullecía a los trabajadores, y que se volvió un marca preferida por las líneas aéreas, por sus innovaciones tecnológicas pero sobre todo por ser sinónimo de seguridad aérea. En el fondo yo quiero que regresen a su slogan “if it´s Boeing, I´m going” (sí es Boeing, sí voy).
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Columna de Ximena Garmendia en SDP Noticias
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