Nuevas perspectivas de la relación México-EUA

México.-Ante la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, México debe negociar con Estados Unidos (EUA) a partir de sus ventajas geográficas y competitivas, además de las consideraciones del valor de nuestra nación para la seguridad estadunidense e incluir como una prioridad el tema ambiental, afirmaron expertos.

En el coloquio “El otro lado: nuevas perspectivas de la relación México-Estados Unidos”, organizado por el Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM, El Colegio Nacional y el periódico El Universal, la embajadora eminente Martha Bárcena Coqui dijo que la racionalidad que prevalece en la administración Trump no es económica, sino ideológica, de la securitización de todos los temas. Toda la relación entre ambos países “se vuelve asunto de seguridad nacional y se toman medidas y bases legales extraordinarias”.

Añadió que el mandatario estadunidense parece buscar una renegociación y no una revisión del T-MEC. También busca dividir a México y Canadá, “pero habrá que ver si pretende esa división en la mesa de negociación o busca dos acuerdos diferentes”. Asimismo, pretende desarticular las cadenas de valor existentes y concentrar la relocalización de empresas en su nación, en particular, del sector automotriz, columna vertebral del Tratado y que representa el 60 % de las exportaciones mexicanas al vecino país.

Para llegar a la revisión/renegociación del T-MEC, hay que hacerlo con objetivos claros y preguntarse qué quiere México y qué no está dispuesto a ceder. Se necesitan expertos sectoriales y apoyo de la academia. Y tomar en cuenta que el sector empresarial es muy importante, pero no puede ni debe tomar las decisiones finales en la revisión del acuerdo comercial, porque la lógica del gobierno de Trump no es la del interés nacional, sino la de sus ganancias. “Las decisiones finales deben recaer siempre en el gobierno de México”, mencionó la exembajadora de México en EUA.

En la mesa 1 del encuentro, Alejandro Chanona Burguete, director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, opinó que frente a los amagos y la incertidumbre que provoca la narrativa de Trump “hay que tener una estrategia y un despliegue de capacidades”. En el diseño de la política exterior debe convocarse a diversos actores políticos, agentes económicos, liderazgos sociales y especialistas. “No podemos continuar en el camino de la reacción, cediendo ante las presiones de nuestro vecino del norte, sin impulsar el interés nacional y sin tener una ruta clara de cómo hacerlo”.

El universitario expresó que, aunque el proceso de integración regional atraviesa por una coyuntura crítica, nuestra nación debe negociar con EUA a partir de sus ventajas geográficas y competitivas, además de las consideraciones de su valor para la seguridad estadunidense. Hay que plantear una relación entre pares y para ello hay que identificar nuestras potencialidades y capacidades. “Una relación fluida y funcional no puede fincarse en una visión unilateral y con imposición”.

Julia Carabias Lillo, académica de la Facultad de Ciencias e integrante de El Colegio Nacional, consideró que la salida de EUA del Acuerdo de París y las órdenes ejecutivas relativas a la emergencia energética, representan un grave retroceso en la lucha climática.

Ni el mandatario ni su equipo prestan atención a la evidencia científica; por el contrario, imponen sus prejuicios e intereses económicos, desprecian a los intelectuales e investigadores y desmantelan los mecanismos de toma de decisión basada en la ciencia. Y la situación se agrava con la fuerza que otorga el presidente a un pequeño grupo de empresas poderosas para la innovación tecnológica y digital.

Claudio Lomnitz, académico de la Universidad de Columbia y miembro de El Colegio Nacional, opinó que debemos estar más conscientes de la profundidad de la interdependencia entre los dos países, y de cómo la gente que pueda estar sufriendo en la Unión Americana está relacionada de manera inmediata a lo que pasa en México; “y no me refiero sólo al tema de las remesas, aunque no hay que soslayar su importancia, sino a formas de trabajo, ideas respecto del estado de derecho y la ciudadanía, dinámicas de clase social, hábitos alimentarios, gustos de consumo, etcétera”.

Finalmente, Andrew Selee, presidente del Instituto de Políticas Migratorias (MPI, por sus siglas en inglés), aclaró que no es la mayoría de la población la que está en contra de los migrantes que viven en EUA; muchos creen que la migración es positiva para su país. De ese modo, el presidente tiene un mandato para un mayor control de la frontera, pero no tanto para las deportaciones.

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