Rosario Robles, presa política

La ex funcionaria federal está en la cárcel por una venganza política de quienes dicen, no es lo suyo la venganza

Rosario Robles, presa política

Si Rosario Robles está en la cárcel es por una venganza política y personal de quienes dicen que no es lo suyo la venganza.

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Le inventaron una licencia de conducir con un domicilio diferente al que presentó como su vivienda en otra licencia.

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Esa licencia falsa es una fabricación, y el domicilio que dio el Ministerio Público no existe.

Se hizo la chapucería para que ella lleve su juicio en una celda y no en libertad como faculta la ley en ese tipo de delitos.

Ella está acusada de omisión por el presunto desvío de siete mil millones de pesos por contratos, cuando fue secretaria de Estado, otorgados por personas a su cargo a universidades que subcontrataron a empresas 'fantasma' para su realización.

¿Es culpable o no Rosario Robles? No lo sabemos, sino hasta que un juez analice las pruebas y los argumentos de la defensa y dicte una sentencia.

Sin embargo, por los cargos que se le imputan, ella no tendría que estar en la cárcel a la espera del final del juicio, sino en libertad.

Quien haya leído el relato que hizo ayer nuestra compañera Lourdes Mendoza en estas páginas, no puede menos que indignarse ante la aplicación arbitraria de la ley, pues eso le puede ocurrir a cualquiera. A cualquiera que aborrezca el Presidente, por supuesto.

Como ella debía llevar el juicio en libertad, el Ministerio Público entregó al juez, el 12 de agosto, una licencia de conducir a nombre de Robles, con dirección en la calle Tennyson s/n, colonia Axotla, Álvaro Obregón.

Esa dirección, sin embargo, no existe. Y la calle Tennyson está en la colonia Polanco.

Rosario Robles, sin embargo, dio como domicilio el que aparece en su licencia, en Coyoacán, y donde ha vivido siempre. Ese hogar lo conoce el Presidente, dijo ella, y él admitió haber estado ahí un par de veces. Existe.

La Semovi (Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México) hizo la búsqueda correspondiente e informó que Rosario Robles Berlanga tramitó una sola licencia de conducir, con folio 13117403, con domicilio en Los Reyes, Coyoacán, y es auténtica.

El gobierno metió el caso Robles justo el día en que recaería en el Reclusorio Sur, y en el juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna, sobrino de René Bejarano y Dolores Padierna, dos viejos y encarnizados enemigos de la expresidenta del PRD.

Con la licencia con domicilio falso, entregada por el Ministerio Público, y la que presentó Robles, con domicilio en Coyoacán, el sobrino de Bejarano y de Padierna (el juez) decidió que existía riesgo de que ella se diera a la fuga y le decretó prisión preventiva.

Ahora está presa en la cárcel de Santa Martha Acatitla, y como relató ayer Lourdes Mendoza, duerme en el suelo (la colchoneta de la celda se resbala y se cae), y dispone de una cubeta de agua diaria para su aseo personal. Peor que El Chapo Guzmán en Almoloya.

El día de la audiencia, el sobrino de Bejarano y Dolores Padierna (el juez), se burló de los argumentos de la defensa, festejó comentarios de los abogados como “una joya” para hundir a otros, y se convirtió en acusador en lugar de juzgador.

René Bejarano, por su parte, festinó en redes sociales el encarcelamiento de Robles con un “todo se paga en esta vida” –o algo así.

Robles Berlanga, como se sabe, fue pareja sentimental de Carlos Ahumada, quien exhibió a Bejarano en videos embolsándose fajos de miles de dólares en la oficina adjunta del entonces jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, cuando era su secretario particular.

Ante esa perversidad, de entregarle el caso al sobrino de Bejarano, Robles alegó parcialidad del juez y solicitó cambio de juzgador. El presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, salió en defensa de Delgadillo Padierna.

Poco antes, el propio presidente de la Corte había respondido a una solicitud de “juicio justo”, formulada por Robles, con una descalificación personal: es una maniobra mediática, dijo Zaldívar.

Del lado del Poder Legislativo, se acordó crear una comisión para realizarle juicio político a la extitular de Sedatu.

Robles enfrenta, pues, un juicio de Estado.

Desconozco si ella sabía o no que sus subalternos otorgaron contratos a universidades y que estas subcontrataron. Eso lo debe definir un juez imparcial y con base en pruebas.

Culpable por omisión, sin presunción de inocencia, puede ser.

Si se midiera con el mismo rasero, sin presunción de inocencia, también serían culpables importantes personajes del gobierno actual, que en su momento dejaron que pobladores quemaran vivos a policías federales que investigaban narcomenudeo en Tláhuac. O el jefe de Bejarano y Ponce en el gobierno del DF, que no sabía –dijo– lo que hacían su secretario particular y su secretario de Finanzas.

Hasta ahora lo que hay es fabricación de pruebas para tener en la cárcel a Robles, mientras se lleva a cabo el juicio.

A ella la detestan el Presidente de la República y toda la cadena que sufrió daños políticos con los videoescándalos. Por eso está en prisión.

Su caso está podrido.

Es una presa política del actual gobierno.

Columna Uso de Razón de Pablo Hiriart en El Financiero

Fotografía archivom

clh

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