Todo indica que la preferida de AMLO para sucederlo es Claudia Sheinbaum, a quien tiene la necesidad de proteger.
De manera inesperada para muchos, el presidente López Obrador abrió explícitamente el juego sucesorio entre sus colaboradores.
Lee El expediente: la pesadilla de los políticosEl argumento del presidente es que, a diferencia del pasado, “ahora no habrá tapadismo” y los aspirantes estarán a la vista de todos.
Un político de la experiencia de López Obrador sabe que esto conlleva riesgos. Si bien puede permitir que se construya una candidatura con tiempo suficiente para fortalecerla, al mismo tiempo expone a quien pretenda que sea el candidato o candidata a recibir más golpes durante un lapso mayor.
La única explicación que encuentro a este juego adelantado es la necesidad de proteger a quien todo indica que es la preferida de AMLO para sucederlo: Claudia Sheinbaum.
La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México enfrentó en los meses de mayo y junio una doble crisis.
Tras el colapso del viaducto elevado de la Línea 12 del metro su nivel de aceptación entre los capitalinos bajo dramáticamente.
De acuerdo con la encuesta de El Financiero entre abril y mayo hubo un desplome de 22 puntos. Luego recuperó una parte, pero sigue 12 puntos por abajo del registro de abril.
Por otro lado, en junio, Morena tuvo en la Ciudad de México uno de los peores resultados a nivel nacional al perder nueve de 16 alcaldías. Pero, además, como le hemos comentado en este espacio, la alianza opositora recibió más votos en las elecciones para diputados federales que los que recibieron Morena y sus aliados.
Trascendió por diversas fuentes que después de estos hechos el propio presidente de la República, en una reunión matutina recriminó fuertemente el mal desempeño de Morena luego de que la propia Jefa de Gobierno había recibido la libertad y el respaldo para operar políticamente en la capital.
La suma de esas dos crisis era demasiado y López Obrador enfrentaba el riesgo de que la construcción de la candidatura de Sheinbaum naufragara.
Por esa razón se requirió realizar una operación política para rescatarla.
En primer lugar, se trató de quitarle la responsabilidad en el caso del colapso de la línea 12, tratando de endosarla a administraciones anteriores.
Para Sheinbaum existía además la oportunidad de aprovechar esa circunstancia para golpear a Marcelo Ebrard, quien algunos ven como otro probable candidato para 2024.
El dictamen preliminar presentado por la empresa DNV, que la propia ciudad de México contrató para realizar la evaluación del hecho, apuntó claramente a responsabilizar a las empresas constructoras y desde luego a responsabilizar políticamente también al entonces Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard.
En cuánto al proceso electoral, el presidente de la República construyó la narrativa de una clase media ‘aspiracionista’ y egoísta que había sido objeto de la manipulación por una campaña de desprestigio de los opositores y de la mayoría de los medios, con lo cual se había inducido un voto de castigo en contra de Morena en la ciudad de México.
De manera pública, en ningún momento recriminó a la Jefa de Gobierno por los resultados electorales.
La otra pieza de esta operación política fue la creación de una cortina de humo respecto a la sucesión.
El hecho de que el propio López Obrador haya puesto sobre la mesa una lista amplia de nombres de presuntos aspirantes a ser candidatos presidenciales en el 2024 por parte de Morena permitió que se diluyera el golpeteo en contra de Sheinbaum.
El riesgo que corre AMLO con estas jugadas es que algunos de los aspirantes de Morena que tienen más peso específico eventualmente empiecen a moverse para tratar de construir ellos mismos su proyecto de candidatura.
El caso más obvio fue el del senador Ricardo Monreal, a quien el presidente excluyó sorprendentemente de la lista de los posibles.
Monreal no tardó en levantar la mano por sí mismo y señalar su interés de participar en el juego sucesorio, demandando además un piso parejo en la competencia.
Incluso, justificó al presidente por no incluirlo y señaló que sólo fue por respeto a la división de poderes.
El mero hecho de que Monreal haya tomado la iniciativa de incluirse en la lista por cuenta propia muestra que en los siguientes meses podría haber movimientos de otros personajes, si detectan que las preferencias de presidenciales siguen apuntando hacia Sheinbaum.
López Obrador sabe que está entrando a la etapa más complicada de su administración, a pesar de no enfrentar una crisis económica o sanitaria como la que tuvimos el año pasado.
Pero sabe que lo que puede enfrentar es una crisis política si no logra procesar adecuadamente el proceso sucesorio.
Los pleitos en Morena por ocupar la presidencia del partido fueron apenas una muestra del tipo de conflictos que podrían enfrentarse al interior de la 4T.
Si López Obrador no toma decisiones correctas, el proceso se le puede salir de control.
Columna de Enrique Quintana
El Financiero
Foto: Archivom
cdch
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