El gobierno de Estados Unidos anunció recientemente la suspensión permanente de las solicitudes de asilo para extranjeros, una medida que ha generado preocupación entre organizaciones migratorias y ciudadanos internacionales. La decisión fue confirmada por el presidente Donald Trump, quien aseguró que no se planea revertir la medida.
Según Joe Edlow, director de Servicios de Ciudadanía e Inmigración (USCIS), la suspensión responde a motivos de seguridad nacional y busca priorizar la protección de los ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, Trump fue más allá al declarar que el país “no quiere a esa gente”, refiriéndose a quienes buscan asilo, y señaló que otorgarles refugio “no serviría de nada”.
El mandatario añadió que Estados Unidos “ya tiene suficientes problemas” y que recibir más solicitantes de asilo podría complicar la situación interna. La postura de Trump refleja una continuidad en su política migratoria restrictiva, la cual ha sido criticada por grupos de derechos humanos y defensores de migrantes.
Hasta agosto de 2025, más de 2.2 millones de personas habían solicitado asilo en Estados Unidos y permanecían a la espera de una audiencia o resolución. Con la suspensión definitiva, estos procesos quedan en pausa, generando incertidumbre sobre el futuro de miles de migrantes que buscaban protección internacional.
Organizaciones civiles han manifestado su preocupación por las implicaciones de esta decisión, ya que limita la capacidad de Estados Unidos de recibir a personas que huyen de violencia, persecución o crisis humanitarias en sus países de origen. Por su parte, la administración asegura que esta medida es temporalmente indefinida, apuntando a garantizar la seguridad interna y revisar el sistema de asilo del país.
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