La agricultura mundial enfrenta un desafío creciente: el impacto de plagas y enfermedades que dañan alrededor del 40% de los cultivos, con pérdidas estimadas en más de 290 mil millones de dólares anuales, de acuerdo con la FAO. Insectos, nematodos, bacterias, hongos y virus representan miles de amenazas que ponen en riesgo la seguridad alimentaria global.
Ante este panorama, los productos biológicos de protección surgen como una alternativa clave para lograr una agricultura más sostenible. Estos insumos, desarrollados a partir de organismos presentes en la naturaleza, permiten prevenir enfermedades, controlar plagas y fortalecer el suelo sin comprometer la biodiversidad.
En México, Tlaxcala se ha convertido en un punto estratégico gracias a la planta de Bayer, único centro en el mundo dedicado a producir los biofungicidas Sonata R y Serenade R. Desde ahí se elaboran hasta ocho millones de kilolitros anuales que llegan a 30 países de Norteamérica, Latinoamérica, Europa y Asia Pacífico. La instalación opera bajo estrictos estándares ambientales y de calidad internacional.
La compañía proyecta invertir 774 millones de pesos hacia 2030 para ampliar su capacidad productiva en el país. Con ello, busca consolidar a México como referente en innovación agrícola y aportar a la visión de una agricultura más productiva, resiliente y alineada con la estrategia global de Bayer: “Salud para todos, hambre para nadie”.
Los biológicos no sustituyen por completo a los químicos, pero se integran de manera estratégica en esquemas de manejo agrícola. Entre ellos destacan los biofungicidas, que previenen enfermedades; los bioinsecticidas, que controlan plagas específicas; y los bioestimulantes, que mejoran la calidad del suelo y la resistencia de los cultivos. Estos productos ofrecen eficacia y sostenibilidad, perfilándose como aliados en la transición hacia una agricultura regenerativa.
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