Descubierto en las paredes del reactor nuclear destruido, el Cladosporium sphaerospermum asombra a los científicos por su capacidad para crecer en entornos radiactivos y aprovechar la energía de la radiación.

Chernóbil, Ucrania. — Casi cuarenta años después de la explosión del reactor número cuatro de la planta nuclear de Chernóbil , la zona de exclusión continúa siendo un lugar mortal para los humanos. Sin embargo, otras formas de vida no solo han logrado adaptarse, sino que parecen prosperar entre los restos radiactivos .
Entre ellas destaca un sorprendente organismo: el hongo negro Cladosporium sphaerospermum , descubierto adherido a las paredes interiores de algunos de los edificios más contaminados del lugar. Los investigadores creen que su pigmento oscuro, la melanina , podría permitirle aprovechar la radiación ionizante de manera similar a como las plantas emplean la luz solar para la fotosíntesis, en un proceso que han denominado radiosíntesis .
La hipótesis surgió en la década de 1990, cuando la microbióloga Nelli Zhdanova , de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania , identificó más de 37 especies de hongos en el refugio que rodea el reactor en ruinas, la mayoría con tonos oscuros y altos niveles de radiación. El Cladosporium sphaerospermum dominaba las muestras, lo que despertó el interés científico.
Años después, un equipo encabezado por la radiofarmacóloga Ekaterina Dadachova y el inmunólogo Arturo Casadevall , del Colegio de Medicina Albert Einstein (EE. UU.), comprobó que el hongo no solo resistía la radiación ionizante, sino que crecía mejor expuesta a ella . El fenómeno llevó a los expertos a proponer que la melanina fúngica podría convertir la radiación en energía útil, mientras funciona también como un escudo protector .
El proceso, sin embargo, sigue siendo un misterio científico . Aunque se ha observado la resistencia del hongo y sus cambios metabólicos bajo radiación, no se ha podido demostrar la fijación de carbono o la ganancia energética derivada del fenómeno , explicó un equipo de la Universidad de Stanford , dirigido por el ingeniero Nils Averesch .
En 2022, se realizaron nuevos experimentos al C. sphaerospermum al espacio exterior. A bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) , los sensores registraron que el hongo bloqueaba parte de la radiación cósmica , lo que ha impulsado su estudio como posible escudo biológico para misiones espaciales .
A pesar de las incógnitas, los científicos coinciden en que el comportamiento de este organismo demuestra una extraordinaria adaptación a condiciones extremas . Otros hongos similares, como Wangiella dermatitidis o Cladosporium cladosporioides , también han mostrado resistencia a la radiación, aunque sin reproducir los mismos patrones de crecimiento.
El enigma de cómo este “hongo de Chernóbil” sobrevive y prospera donde casi nada más puede hacerlo abre nuevas perspectivas sobre la capacidad de la vida para evolucionar frente a entornos letales . Como dijo un investigador: “La vida, incluso frente a la radiación, siempre encuentra un camino”.
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Foto: Especial
djs
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