Ricardo Monreal
En muchas culturas del mundo, a las personas adultas mayores se les brindan cuidados y se les prodigan respeto y veneración. En Japón, por ejemplo, el respeto a las y los ancianos es un principio arraigado: se les consulta, se les escucha, se les cuida.
En los pueblos originarios de México, los abuelos y abuelas son portadores de la sabiduría y guardianes del conocimiento, del consejo, del equilibrio. ¿Por qué? Porque entendemos, desde la raíz, que a quienes nos dieron la vida y nos ayudaron a sostener la sociedad con su trabajo, con su entrega y con su lucha no se les abandona, sino que se les retribuye.
Hoy, México avanza en una transformación social en la que el desarrollo se mide por cifras macroeconómicas, pero también por el bienestar de a quienes históricamente se les relegó. Un claro ejemplo de esto es el programa Salud Casa por Casa, impulsado por la Presidenta Claudia Sheinbaum.
A partir de mayo, este programa llevará atención médica personalizada a los hogares de más de 8.2 millones de personas adultas mayores y personas con discapacidad. No es una consulta esporádica, no es una promesa al aire, es un seguimiento clínico permanente, basado en un expediente médico individual, con visitas periódicas, diagnósticos completos, orientación y cuidados continuos.
Las y los médicos, enfermeros y Servidores de la Nación recorrerán calles, comunidades, barrios y pueblos para asegurarse de que cada persona vulnerable reciba lo que por justicia le corresponde, es decir, salud digna y cercana. No se trata sólo de medir la glucosa o de tomar la presión, sino de mirar a los ojos a nuestras y nuestros mayores y decirles: no están solos, el Estado mexicano está aquí para ustedes.
Además, en regiones apartadas, donde el acceso ha sido históricamente difícil, se desplegarán brigadas móviles de salud. El programa llegará a todos los rincones del país, porque cuando se gobierna con el corazón, el territorio nunca es obstáculo.
La Cuarta Transformación entiende que gobernar es servir, y que el poder sólo tiene sentido si se pone al servicio de las personas más vulnerables. Por eso, Salud Casa por Casa no es un programa asistencialista, sino una política pública profundamente humanista, una respuesta concreta a décadas de abandono, una manera de construir justicia desde lo cotidiano.
Cuidar a quienes nos cuidaron, sanar a quienes nos formaron, sostener a quienes nos sostuvieron, esa es la misión, porque el bienestar del pueblo empieza por reconocer el valor de sus pilares más antiguos y más sabios.
Con esta acción, la Presidenta Sheinbaum demuestra que su gobierno es de acciones concretas. El mensaje es muy claro: en este país nadie se queda atrás y nadie se queda fuera. Hoy se gobierna con justicia y convicción, y se retribuye, con dignidad, a quienes nos han dado todo.
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