Fermín Alejandro García
Puebla está entre los estados en que hubo los mejores resultados de la reciente elección del Poder Judicial Federal (PJF), ya que fue la sexta entidad en donde menos sufragios se anularon, fue la decimotercera en dónde más se votó en general y fue la cuarta en donde hubo más boletas marcadas para que ganaran los cargos de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) dos figuras importantes del obradorismo: Hugo Aguilar Ortiz y Lenia Batres Guadarrama.
Esos números reflejan que la 4T en la entidad poblana goza de una muy buena “salud política” y que todavía tiene un fuerte potencial electoral, a siete años de que el obradorismo irrumpió con fuerza al ganar los principales espacios de gobierno y legislativos.
Son números que fortalecen la popularidad del titular del Poder Ejecutivo, Alejandro Armenta Mier que, aunque los partidos políticos y los gobiernos estuvieron al margen de las votaciones del domingo 1 de junio, en algunas entidades los comicios reflejaron la perdida de liderazgo de los mandatarios de la 4T.
Tales fueron los casos de Víctor Manuel Castro Cossío, Pilar Ávila Olmeda, Alfonso Durazo Montaño, Indira Vizcaíno Silva y Alfredo Ramírez Bedolla, quienes son gobernadores morenistas de Baja California Sur, Baja California Norte, Sonora, Colima y Michoacán, respectivamente, y cuyos estados se ubican entre los índices más bajos de participación en las votaciones por los cargos del PJF.
Llamó mucho la atención que Puebla tuvo mejores números de afluencia de electores que el estado de México, Zacatecas y Chiapas, que se consideran importantes bastiones de la 4T.
O que en Puebla se anuló el 17 por ciento de los sufragios emitidos y en entidades gobernadas por la 4T, como San Luis Potosí, Veracruz y Tlaxcala se tuvieron índices del 33 al 43 por ciento.
No es algo nuevo, en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se hicieron las consultas para decidir si se enjuiciaba a los expresidentes vivos de México y si se revocaba el mandato de López Obrador, arrojando que Puebla se ubicó entre los cinco estados del país en donde hubo más participación.
Todos los anteriores resultados es reflejo, inequívoco, de la fuerte popularidad que se ha mantenido de la figura de Andrés Manuel López Obrador y del proyecto de nación de la 4T, que ha resistido malos gobiernos locales.
Eso explica fenómenos como el de Tehuacán, la segunda ciudad más importante de la entidad, en donde desde 2018 y hasta la fecha se ha tenido una secuencia de desastrosos alcaldes de Morena, como son Felipe Patjane Martínez, que fue a dar a la cárcel; Andrés Artemio Caballero, que nunca entendió su función; así como Pedro Tepole Hernández, que dejó hecho un desastre los servicios públicos, y con todo eso, aún está por “las nubes” la popularidad del movimiento obradorista.
Tal panorama implica un grave riesgo para Morena y sus aliados, como son el PT y el PVEM, que es generar un comportamiento soberbio y de extravío de sus dirigentes, así como de los gobernantes y legisladores que lograron ganar cargos públicos por la fuerza electoral de esos partidos políticos.
A la clase política de la 4T, en lugar de generarles júbilo el resultado de la votación del domingo, les debería empezar a preocupar qué va a pasar cuando esa popularidad de López Obrador y del movimiento de la Cuarta Transformación Pública del País de manera natural se reduzcan y ya no sean suficientes para ganar elecciones, pese a los pésimos candidatos que, por lo general, eligen Morena y los partidos con los que hace coalición.
Si en la 4T de Puebla no se hace algo ahora mismo para mejorar el ejercicio de gobierno y del ámbito legislativo, en unos meses o un par de años, podría ser demasiado tarde.
clh
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